Página 319 - Consejos Sobre la Salud (1989)

Basic HTML Version

Lealtad a nuestras instituciones
315
Por eso ha sido necesario que en el Sanatorio de Battle Creek se
hicieran contratos para comprometer a los auxiliares y obreros, de
modo que después de haber sido educados y entrenados como enfer-
meros y como auxiliares de hidroterapia, no se retiraran porque otros
les ofrecían condiciones mejores. A algunas personas especiales se
les ha adelantado dinero para que se educaran como médicos a fin de
resultar útiles a la institución. El Dr. _____ ha puesto sus esperanzas
sobre algunas de estas personas para que lo alivien de las responsa-
bilidades que ha tenido que soportar pesadamente. Algunos se han
puesto intranquilos e insatisfechos porque quienes han comenzado
instituciones en otras partes del país han procurado agradarlos e
inducirlos a trasladarse a sus sanatorios, prometiéndoles darles con-
diciones mejores. En esta forma los obreros, por lo menos algunos
de ellos, se han puesto ansiosos, inquietos, autosuficientes e indignos
de confianza, aunque no se fueron del sanatorio, porque pensaban
que en otros lugares había oportunidades para ellos. Los que están
comenzando a practicar han sentido que ya están preparados para
aceptar responsabilidades mayores que sería peligroso confiar a sus
manos, porque no han demostrado fidelidad en las cosas pequeñas.
Quisiéramos ahora que todos consideren este asunto desde un
punto de vista cristiano. Estas pruebas revelan el verdadero material
que forma el carácter. En el Decálogo hay un mandamiento que dice:
“No robarás”. Este mandamiento cubre justamente actos como éstos.
Algunos han robado la ayuda que otros han tenido la preocupación
de conseguir y preparar para su propia obra. Cualquier plan secreto,
[281]
cualquier influencia ejercida para obtener la ayuda que otros han
contratado y entrenado, no es nada menos que un robo directo.
Otro mandamiento dice: “No hablarás contra tu prójimo falso
testimonio”. Ha habido soborno de los auxiliares que han sido con-
tratados para realizar cierta clase de trabajo, y en quienes se confiaba;
se han realizado esfuerzos para restar mérito a los planes y encontrar
errores en los administradores que dirigen la institución. El compor-
tamiento de los administradores ha sido puesto en duda con respecto
a los empleados cuyo servicio se deseaba obtener. Se ha halagado
su vanidad y se les ha hecho creer que no están progresando como
merecen, y que debieran ocupar posiciones de más responsabilidad.
Las dificultades más graves a las que los médicos y los admi-
nistradores de nuestras instituciones tienen que hacer frente, es que