Página 369 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Un llamamiento responsable
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Los médicos necesitan simpatía
Los deberes del médico son arduos. Pocos se dan cuenta del
esfuerzo mental y físico al cual está sometido. Debe alistar toda
energía y capacidad con la más intensa ansiedad en la batalla contra
la enfermedad y la muerte. A menudo sabe que un movimiento torpe
de la mano, que la desvíe en la mala dirección el espacio de un
cabello, puede enviar a la eternidad un alma que no está preparada
para ella. ¡Cuánto necesita el médico fiel la simpatía y las oraciones
del pueblo de Dios! Sus requerimientos en este sentido no son
inferiores a los del ministro o misionero más consagrado. Como está
muchas veces privado del descanso y del sueño necesarios, y aun de
los privilegios religiosos del sábado, necesita una doble porción de la
gracia, una nueva provisión diaria de ella, o perderá su confianza en
Dios, y el peligro de hundirse en las tinieblas espirituales será mayor
para él que para los hombres de otras vocaciones. Y sin embargo,
con frecuencia, se le hace objeto de reproches inmerecidos, se lo
deja solo, sujeto a las más fieras tentaciones de Satanás, y se siente
incomprendido, traicionado por sus amigos.
Muchos, sabiendo cuán penosos son los deberes del médico,
y cuán pocas oportunidades tienen los médicos de verse aliviados
de cuidados, aun en sábado, no quieren elegir esta carrera. El gran
enemigo está procurando constantemente destruir la obra de las
manos de Dios, y hombres de cultura y de inteligencia, están llama-
dos a combatir este poder cruel. Se necesita que un número mayor
de la debida clase de hombres se dedique a esta profesión. Debe
hacerse un esfuerzo esmerado para inducir a hombres idóneos a
que se preparen para esta obra. Deben ser hombres cuyo carácter se
base en los amplios principios de la Palabra de Dios, hombres que
posean energía natural, fuerza y perseverancia que los capacitará
para alcanzar una alta norma de excelencia. No cualquiera puede
llegar a tener éxito como médico. Muchos han asumido los deberes
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de esta profesión sin estar preparados en todo sentido. No tienen
el conocimiento requerido; tampoco la habilidad ni el tacto, ni el
cuidado ni la inteligencia necesarios para asegurar el éxito.
Un médico puede hacer una obra mucho mejor si tiene fuerza
física. Si es débil, no puede soportar el trabajo agotador que acom-
paña a su vocación. Un hombre que tenga una constitución física