Página 375 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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La obra del médico por las almas
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alma temblorosa hacia Aquel que le supera, a saber el Hijo de Dios,
que dio su vida para salvarle de la muerte, que se compadece del
doliente, y quien por su poder divino dará habilidad y sabiduría a
todos los que se la pidan.
Cuando el paciente no sabe cómo puede resultar su caso, es el
momento en que el médico puede impresionar su mente. No debe
hacerlo con el deseo de distinguirse, sino para conducir el alma a
Cristo como Salvador personal. Si la vida se salva, es un alma por
la cual el médico ha de velar. El paciente siente que el médico es la
misma vida de su vida. ¿Y con qué fin ha de aprovecharse esta gran
confianza? Siempre para ganar un alma para Cristo y magnificar el
poder de Dios.
La alabanza sea para Dios
Cuando pasó la crisis y el éxito es evidente, sea el paciente cre-
yente o incrédulo, pásense algunos momentos con él en oración. Dad
expresión a vuestro agradecimiento porque su vida fue perdonada.
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El médico que sigue una conducta tal, lleva a su paciente a Aquel
de quien depende la vida. Las palabras de gratitud pueden fluir del
paciente al médico; porque, Dios mediante, ligó esta vida con la
suya; pero sean la alabanza y el agradecimiento dados a Dios, como
el que está presente aunque invisible.
En el lecho de la enfermedad, a menudo se acepta y confiesa a
Cristo; y esto sucederá con más frecuencia en lo futuro de lo que
ha sucedido en lo pasado; porque el Señor hará obra abreviada en
nuestro mundo. Los labios del médico deben pronunciar palabras
de sabiduría y Cristo regará la semilla sembrada, haciéndola llevar
fruto para vida eterna.
Una palabra oportuna
Perdemos las oportunidades más preciosas al descuidar de hablar
una palabra en sazón. Con demasiada frecuencia, queda sin usar un
talento precioso que debiera multiplicarse mil veces. Si no velamos
para ver el áureo privilegio, pasará. En tal caso el médico dejó que
algo le impidiera hacer la obra que le era señalada como ministro de
la justicia.