Página 381 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Preparados para toda buena obra
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gidos, más que el ministro del Evangelio. El médico puede presentar
una norma del carácter cristiano, si habla en sazón y fuera de sazón.
De este modo es un misionero para el Señor, que hace fielmente la
obra del Maestro, y recibirá una recompensa en el momento debido.
Que los cristianos sean reservados y no divulguen secretos a los
incrédulos. Que no comuniquen ningún secreto que desmerezca al
pueblo de Dios. Deben cuidar sus pensamientos y cerrar la puerta
a la tentación. Deben trabajar como si estuvieran a la vista del
Observador divino. Deben trabajar pacientemente, esperando que
por la gracia de Cristo, puedan tener éxito en su profesión. Deben
mantener en su lugar las barreras que el Señor ha erigido para su
seguridad. Deben proteger sus corazones con toda diligencia, porque
de ellos mana la vida, o la muerte.
Un médico debiera atender estrictamente su trabajo profesional.
No debiera permitir que nada aparte su mente de su obra, o distraiga
su atención de las personas que se vuelven a él en busca de alivio
del sufrimiento. Las palabras de seguridad y esperanza habladas
oportunamente al que sufre, con frecuencia aliviarán su mente y
ganarán un lugar de confianza para el médico. La bondad y la cor-
tesía debieran manifestarse; pero la conversación común e insulsa
que se oye de costumbre entre los que pretenden ser cristianos, no
debiera escucharse en nuestras instituciones. La única forma como
podemos llegar a ser verdaderamente corteses, sin afectación, sin
familiaridad indebida, es beber en el Espíritu de Cristo, y obedecer
esta orden: “Sed santos, porque yo soy santo”.
1 Pedro 1:16
. Si
obramos siguiendo los principios establecidos en la Palabra de Dios,
no tendremos inclinación a manifestar una familiaridad indebida.
[339]
Los obreros en nuestras instituciones debieran ser ejemplos vi-
vientes de lo que desean que lleguen a ser los pacientes de la institu-
ción. Un espíritu correcto y una vida santa constituyen una instruc-
ción constante para los demás. La cortesía vacía del mundo carece
de valor a la vista de Aquel que pesa las acciones. No debieran
existir parcialidad ni hipocresía. El médico debiera estar listo para
llevar a cabo toda buena obra. Si su vida está oculta con Cristo en
Dios, será un misionero en sentido más elevado.
Cuando los médicos cristianos se encuentran juntos, deben com-
portarse como hijos de Dios. Deben comprender que han sido con-
tratados para trabajar en la misma viña, por lo que destruirán las