Una compasión como la de Cristo
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perdido completamente. Si el Rey de gloria, la Majestad del cielo,
trabajó por la humanidad doliente y tan pocos apreciaron su ayuda
divina, los médicos y auxiliares del Instituto no debieran quejarse si
sus débiles esfuerzos no son apreciados por todos y parecen pasar
inadvertidos por algunos...
Tratar con hombres y mujeres cuyas mentes, tanto como sus
cuerpos, se encuentran enfermos, es una obra hermosa. Los médicos
del Instituto necesitan gran sabiduría para curar el cuerpo por medio
de la mente. Pero pocos comprenden el poder que la mente tiene
sobre el cuerpo. Una gran cantidad de las enfermedades que afligen
a la humanidad tienen su origen en la mente, y pueden ser curadas
únicamente si se restaura la mente a la salud. Existe un número
mucho mayor de lo que imaginamos de personas que están mental-
mente enfermas. La enfermedad del corazón hace que muchos se
tornen dispépticos, porque el problema mental ejerce una influencia
paralizadora sobre los órganos digestivos.
Con el fin de alcanzar a esta clase de pacientes, el médico debe
tener discernimiento, paciencia, bondad y amor. Un corazón enfermo
y afligido, una mente desanimada, necesitan un tratamiento suave,
y esta clase de mente puede ser sanada por medio de una tierna
simpatía. Los médicos primero debieran ganar su confianza y luego
mostrarles al Médico que todo lo puede sanar. Si se logra dirigir sus
mentes hacia el Portador de las Cargas y si pueden tener fe en que
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él se interesará en ellos, entonces se efectuará la curación de sus
cuerpos y mentes enfermos.