Página 403 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Peligros y oportunidades
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Refinamiento y delicadeza
Entre los médicos cristianos debiera existir la tendencia a man-
tener el orden más elevado de refinamiento y delicadeza auténticos,
y el mantenimiento de las barreras de reserva que debieran existir
entre hombres y mujeres.
Vivimos en un tiempo cuando el mundo se representa en la
misma condición que el mundo en el tiempo de Noé, y como en
el tiempo de Sodoma. Se me muestran constantemente los grandes
peligros que corren los jóvenes y los hombres y mujeres que acaban
de entrar en la edad adulta, y no me atrevo a callar. Se necesita un
mayor refinamiento, tanto en pensamiento como en asociación. Se
necesita que los cristianos sean más elevados y delicados en palabras
y comportamiento.
La obra del médico es tal que si existe vulgaridad en su natu-
raleza, ésta se manifestará. Por lo tanto, el médico debiera cuidar
esmeradamente su manera de hablar y evitar toda vulgaridad en
su conversación. Cada paciente a quien trata lee los rasgos de su
carácter y el tono de su condición moral a través de sus acciones y
su conversación.
La luz que el Señor me ha dado concerniente a este asunto es
que hasta donde sea posible las mujeres que son médicos debieran
cuidar a los pacientes femeninos y los médicos hombres debieran
encargarse del cuidado de los pacientes masculinos. Todos los médi-
cos debieran respetar la delicadeza de sus pacientes. Es incorrecto
que las damas se expongan ante médicos hombres. Su influencia es
detrimental.
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Los tratamientos íntimos no debieran ser administrados por los
médicos varones a las mujeres en nuestras instituciones. Nunca una
paciente debiera estar sola con un médico varón, ya sea para un exa-
men o un tratamiento íntimo. Que los médicos mantengan fielmente
una actitud de delicadeza y modestia bajo todas las circunstancias.
En nuestras instituciones médicas siempre debiera haber mujeres
de edad madura y experiencia adecuada capaces de dar tratamien-
to a las pacientes femeninas. Las mujeres debieran ser educadas y
capacitadas en forma tan cabal como sea posible para que puedan
atender las enfermedades íntimas que afligen a las mujeres, a fin de
que sus partes íntimas no sean expuestas ante los hombres. Debiera