Página 404 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
haber un número mucho mayor de médicos mujeres, educadas no
sólo para actuar como enfermeras entrenadas, sino también como
médicos en todo el sentido de la palabra. Es una práctica horrible
la exposición de las partes íntimas de la mujer ante un hombre, o el
tratamiento de hombres realizado por mujeres.
Las mujeres que actúan como médicos debieran rehusar firme-
mente mirar las partes íntimas de los hombres. Las mujeres debieran
ser cabalmente educadas para que trabajen en favor de las mujeres,
y los hombres para que trabajen en favor de los hombres. Que los
hombres sepan que deben tratarse por médicos hombres y que no pi-
dan ser tratados por médicos mujeres. Es un insulto para las mujeres,
y Dios aborrece esta clase de familiaridad.
Mientras se llama a los médicos a que enseñen la pureza social,
ellos deben practicar la delicadeza que es una lección constante de
puereza práctica. Las mujeres pueden hacer un trabajo noble como
médicos; pero cuando los hombres piden a un médico mujer que les
practiquen exámenes y tratamientos que exigen la exposición de sus
partes privadas, ella debe rehusar definidamente realizar ese trabajo.
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En la obra médica existen peligros que el médico debe com-
prender y protegerse constantemente contra ellos. Los hombres
verdaderamente convertidos son los que debieran emplearse como
médicos en nuestros sanatorios. Algunos médicos se consideran
autosuficientes y piensan que son capaces de cuidar por sí mismos
su propio comportamiento; cuando en realidad, si se conocieran a sí
mismos, sentirían su gran necesidad de ayuda de lo alto, y de una
inteligencia superior.
Algunos médicos varones no están calificados para actuar como
médicos de las mujeres debido a la actitud que manifiestan hacia
ellas. Se toman libertades hasta que la transgresión de los principios
de la castidad se torna en algo común. Nuestros médicos debieran
considerar en la forma más elevada la dirección dada por Dios a su
iglesia cuando fue liberada de Egipto. Esto les impediría manifestar
un comportamiento vulgar y descuidado en relación con los princi-
pios de la castidad. Todos los que viven dirigiéndose por medio de
las leyes dadas por Dios en el Sinaí, pueden convertirse en personas
de confianza.