Página 425 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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La influencia del médico
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vuestra vida. Tiene derecho de utilizaros en vuestro cuerpo y espíri-
tu, en la extensión máxima de vuestras capacidades, para su propio
honor y gloria. No importa qué cruces tengáis que llevar, qué traba-
jos y sufrimientos os sean impuestos por su mano, debéis aceptarlos
sin murmurar.
Las personas por quienes trabajáis son vuestros hermanos que se
encuentran en aflicción, que sufren de desórdenes físicos y de la lepra
espiritual del pecado. Si sois mejores que ellos, debéis acreditarlo
a la cruz de Cristo. Muchos viven sin Dios y sin esperanza en el
mundo. Son culpables, corrompidos y degradados, esclavizados por
las trampas de Satanás. Pero éstos son los que Cristo vino para
redimir. Son el objeto de la más tierna piedad, simpatía e incansable
esfuerzo, porque se encuentran al borde de la ruina. Sufren de deseos
no satisfechos, de pasiones desordenadas y de la condenación de sus
propias conciencias; son miserables en todo el sentido de la palabra,
porque se están perdiendo esta vida y no tienen perspectiva de una
vida futura.
Ser activos y vigilantes
Tenéis un campo de trabajo importante, y debiérais ser activos y
vigilantes mientras rendís una obediencia gozosa e incondicional a
los llamamientos del Maestro. Recordad siempre que vuestros es-
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fuerzos para reformar a otros debieran realizarse con un espíritu de
completa bondad. No se gana nada con que os mantengáis alejados
de las personas a quienes debéis ayudar. Debéis mantener ante la
conciencia de los pacientes el hecho de que al sugerir la reforma de
sus hábitos y costumbres estáis presentando ante ellos algo que no
tiene el propósito de arruinarlos sino de salvarlos; también debéis
recordarles que al abandonar lo que han estimado y amado hasta
este momento, tienen que edificar sobre un fundamento más seguro.
Si bien es cierto que la reforma debe presentarse con firmeza y reso-
lución, también es verdad que hay que dejar de lado toda apariencia
de fanatismo o un espíritu dictatorial. Cristo nos ha dado lecciones
preciosas de paciencia, tolerancia y amor. La rudeza no es energía,
ni tampoco el espíritu dominador es heroísmo. El Hijo de Dios fue
persuasivo. Se manifestó para atraer a todos hacia sí. Sus seguidores
deben estudiar su vida más de cerca y andar en la luz de su ejemplo,