La religión y la salud
Algunos sostienen el punto de vista de que la espiritualidad es
detrimental para la salud. Esto es un engaño de Satanás. La reli-
gión de la Biblia no es detrimental para la salud del cuerpo ni de
la mente. La influencia del Espíritu de Dios es la mejor medicina
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para la enfermedad. El cielo es todo salud; y mientras más profun-
damente se experimenten las influencias celestiales, más segura será
la recuperación del inválido creyente. Los verdaderos principios del
cristianismo se abren delante de todos como una fuente de felicidad
inestimable. La religión es un manantial inagotable, en el cual el
cristiano puede beber cuanto desee sin que jamás se termine
Existe una relación muy íntima entre la mente y el cuerpo. Cuan-
do éste se ve afectado, aquélla simpatiza con él. La condición de
la mente afecta la salud del sistema físico. Si la mente es libre y
feliz, como resultado de una conducta correcta y por la sensación
de satisfacción que se deriva de hacer felices a otros, engendra una
alegría que producirá un efecto positivo sobre todo el sistema, hará
que la sangre circule más libremente y tonificará todo el cuerpo. La
bendición de Dios es un poder sanador, y los que son amplios en
beneficiar a otros experimentarán esa bendición maravillosa tanto
en el corazón como en la vida entera.
Cuando las personas que han gratificado sus malos hábitos y
prácticas pecaminosas se someten al poder de la verdad divina,
la aplicación de dichas verdades al corazón aviva las facultades
morales, que parecían haberse paralizado. El receptor posee una
comprensión más enérgica y clara que antes de fundamentar su alma
sobre la Roca eterna. Aun su salud física mejora al establecer su
seguridad en Cristo. La bendición especial de Dios que descansa
sobre el receptor es, en sí misma, salud y vigor.
Los que caminan por el sendero de la sabiduría y la santificación
encuentran que “la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa
de esta vida presente, y de la venidera”.
1 Timoteo 4:8
. Pueden gozar
[
Christian Temperance and Bible Hygiene, 13-14 (1890)
.
]
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