Página 45 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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El amor de Cristo es un poder sanador
Cuando se recibe el Evangelio en su pureza y con todo su poder,
es un remedio para las enfermedades originadas por el pecado. Sale
el Sol de justicia, “trayendo salud eterna en sus alas”.
Malaquías 4:2
,
VM. Todo lo que el mundo proporciona no puede sanar al corazón
quebrantado, ni dar la paz al espíritu, ni disipar las inquietudes, ni
desterrar la enfermedad. La fama, el genio y el talento son impotentes
para alegrar el corazón entristecido o restaurar la vida malgastada.
La vida de Dios en el alma es la única esperanza del hombre.
El amor que Cristo infunde en todo nuestro ser es un poder
vivificante. Da salud a cada una de las partes vitales: el cerebro, el
corazón y los nervios. Por su medio las energías más potentes de
nuestro ser despiertan y entran en actividad. Libra al alma de culpa
y tristeza, de la ansiedad y congoja que agotan las fuerzas de la vida.
Con él vienen la serenidad y la calma. Implanta en el alma un gozo
que nada en la tierra puede destruir: el gozo que hay en el Espíritu
Santo, un gozo que da salud y vida.—
El Ministerio de Curación, 78
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