Educar, educar, educar
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Enseñad sabiamente y por el ejemplo
No toméis ideas aisladas para convertirlas en una prueba ni para
criticar a otros cuya práctica no esté de acuerdo con vuestra opinión;
sino que estudiad el tema en forma amplia y profunda, y procurad
colocar vuestras propias ideas y prácticas en perfecta armonía con
los principios de la verdadera temperancia cristiana.
Hay muchos que procuran corregir las vidas de otros atacando lo
que consideran hábitos erróneos. Hablan con las personas a quienes
consideran en error y les señalan sus defectos, pero no procuran di-
rigir la mente a los verdaderos principios. Este comportamiento con
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frecuencia no consigue los resultados deseados. Cuando hacemos
evidente que procuramos corregir a otros, con mucha frecuencia des-
pertamos su combatividad y hacemos más daño que bien. También
el que reprocha corre peligro. El que asume la tarea de corregir a
otros corre el riesgo de cultivar el hábito de la crítica, y pronto todo
su interés se concentra en descubrir errores y encontrar defectos.
No observéis a otros para encontrar sus faltas o exponer sus errores.
Educadlos para que tengan mejores hábitos por medio del poder de
vuestro propio ejemplo...
El médico como maestro
Se puede realizar mucho bien iluminando a todas las personas
con quienes nos ponemos en contacto, en lo que concierne a los
mejores medios, no sólo para curar a los enfermos sino para prevenir
la enfermedad y el sufrimiento. El médico que procura instruir a sus
pacientes acerca de la naturaleza y las causas de sus enfermedades,
y enseñarles cómo evitar la enfermedad, puede encontrar dificul-
tades en su tarea; pero si es un reformador concienzudo, hablará
claramente de los efectos ruinosos de la complacencia de sí mismo
en el comer, el beber y el vestir, del recargo de las fuerzas vitales
que ha llevado a sus pacientes a la situación en que se encuentran.
No aumentará el mal administrando drogas hasta que la naturale-
za agotada abandone la lucha, sino que enseñará a los pacientes a
formar hábitos correctos y a ayudar a la naturaleza en su obra de
restauración por medio del uso sabio de sus propios remedios.