¿Por qué hay que establecer sanatorios?
En cartas recibidas de nuestros hermanos se formulan estas pre-
guntas: “¿Por qué empleamos tanto esfuerzo en el establecimiento
de sanatorios? ¿Por qué no oramos para sanar a los enfermos, en
lugar de tener sanatorios?”
Estas preguntas tienen más sentido del que parecen tener a pri-
mera vista. En la historia temprana de nuestra obra, muchos eran
sanados por medio de la oración. Y algunos, después de haber sido
sanados, continuaban con el mismo comportamiento en la com-
placencia del apetito que habían tenido en el pasado. No vivían
ni trabajaban en la forma adecuada para evitar la enfermedad. No
demostraban que apreciaban la bondad que el Señor había derrama-
do sobre ellos. Vez tras vez experimentaron sufrimiento debido a
su comportamiento descuidado e impremeditado. ¿Cómo podía el
Señor ser glorificado al derramar sobre ellos el don de la salud?
Cuando recibimos luz según la cual debíamos comenzar la obra
de los sanatorios, se vieron las razones con toda claridad. Había
muchos que necesitaban ser educados con respecto a la vida con
salud. A medida que se desarrollaba la obra, se nos instruyó que
era necesario proveer lugares adecuados para llevar a los enfermos
y a los dolientes que no sabían nada de nuestro pueblo y casi nada
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acerca de la Biblia, y allí enseñarles la forma de recuperar la salud
por medio de métodos racionales de tratamiento sin el empleo de
drogas tóxicas, y al mismo tiempo rodearlos de influencias espiri-
tuales elevadoras. Como parte del tratamiento había que presentar
disertaciones acerca de los hábitos correctos de comer, beber y ves-
tirse. Había que impartir instrucciones con respecto a la elección y
la preparación de los alimentos y mostrar que los alimentos podían
prepararse en tal forma que fueran sanos y nutritivos y al mismo
tiempo apetitosos y agradables al paladar
En todas nuestras instituciones médicas los pacientes debieran
ser instruidos en forma sistemática y cuidadosa acerca de la forma de
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Special Testimonies, Series B 13:9-10 (1905)
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