Página 536 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
Corremos el riesgo de que los jóvenes que entran en nuestras
instituciones como creyentes y con el deseo de ayudar en la causa de
Dios, se cansen y desanimen, pierdan su celo y espíritu valeroso, y se
vuelvan fríos e indiferentes. No podemos amontonar a estos jóvenes
en cuartos pequeños y oscuros, privándolos de los privilegios de una
vida de hogar, y sin embargo esperar que mantengan una experiencia
religiosa saludable.
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Es importante que se tracen planes sabios para el cuidado de
los que trabajan en todas nuestras instituciones, y especialmente
para los empleados de nuestros restaurantes. Se deberían emplear
buenos ayudantes y se los debería rodear de todas las ventajas que
les permitirán crecer en la gracia y en el conocimiento de Cristo.
No se les permita quedar a merced de las circunstancias, sin que
tengan un tiempo regular para la oración y sin ningún tiempo para
el estudio de la Biblia. Cuando esto sucede, se vuelven desatentos y
descuidados, indiferentes a las realidades eternas.
Con cada restaurante se debería emplear a un hombre y su esposa
para que actúen como guardianes de los jóvenes que allí trabajan,
un hombre y una mujer que amen al Salvador y a las almas por las
cuales él murió, y que guarden el camino del Señor.
Las muchachas deberían ponerse al cuidado de una hermana sa-
bia y juiciosa, que sea una mujer cabalmente convertida, que guarde
cuidadosamente a las obreras, especialmente a las más jóvenes.
Los trabajadores deben sentir que tienen un hogar. Ellos son la
mano ayudadora de Dios y se los debe tratar con tanto cuidado y
ternura como Cristo dijo que se debía tratar al niñito a quien puso
en medio de sus discípulos. “Cualquiera que haga tropezar a alguno
de estos pequeños que creen en mí—dijo el Señor—, mejor le fuera
que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se
le hundiese en lo profundo del mar”. “Mirad que no menospreciéis
a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los
cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”.
Mateo 18:6, 10
. Ese cuidado que se debe tener con los empleados es
precisamente una de las razones por las cuales aconsejamos que en
una ciudad grande haya varios restaurantes pequeños en lugar de que
se tenga sólo uno grande. Pero ésta es sólo una de las razones por
las cuales es más aconsejable que se establezcan varios restaurantes
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pequeños en los diferentes barrios de nuestras grandes ciudades.