Página 559 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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El evangelismo médico
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diez veces mayor como misionero de Dios, que si saliera solamente
como un predicador de la Palabra. Aconsejo a los hombres y a las
mujeres que le presten una atención cuidadosa a este asunto. Nos
esperan tiempos peligrosos. El mundo entero se encontrará envuelto
en perplejidad y aflicción; la familia humana se verá azotada por
enfermedades de todas clases, y la ignorancia que hoy prevalece con
respecto a las leyes de la salud producirá grandes sufrimientos y la
pérdida de muchas vidas que podrían haberse salvado.
En tanto que Satanás se esfuerza constantemente hasta el má-
ximo para sacar ventaja de la ignorancia de los seres humanos y
colocar el fundamento de la enfermedad por medio del trato impro-
pio del cuerpo, los que dicen ser hijos e hijas de Dios hacen bien
de aprovechar—mientras puedan—las oportunidades que ahora se
les presentan para obtener un conocimiento cabal del organismo
humano y de cómo preservarlo con buena salud. Debemos utilizar
todas las facultades mentales que Dios nos ha dado. El Señor no
obrará un milagro para preservar la salud de ninguna persona que no
esté dispuesta a esforzarse por obtener el conocimiento que está a su
alcance acerca de esta marvillosa morada que Dios nos ha dado. El
estudio del organismo humano debería enseñarnos a corregir todo
lo que haya de equivocado en nuestros hábitos y que, si no se lo
corrigiera, produciría el resultado ineludible de enfermedad y su-
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frimiento que hace de la vida una carga. La sinceridad de nuestras
oraciones puede probarse únicamente mediante la diligencia que
pongamos en nuestros esfuerzos de obedecer los mandamientos de
Dios.
Un carácter virtuoso
Los malos hábitos y las prácticas equivocadas están acarrean-
do toda clase de enfermedades sobre los seres humanos. Que la
educación sea el método para convencer a las personas inteligentes
acerca de la pecaminosidad de abusar y degradar las facultades que
Dios nos ha dado. Si la razón se vuelve inteligente, y la voluntad es
colocada al lado del Señor, se producirá un notable mejoramiento
en la salud física. Pero esto no se logrará nunca con la sola fuerza
humana. Mediante la gracia de Cristo se harán esfuerzos decididos
para renunciar a todas las prácticas y costumbres pecaminosas y para