Página 626 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
más luz que la contenida en este texto, no tendréis excusa si permitís
que os controlen las bajas pasiones...
Hace mucho que he planeado hablar a mis hermanas y decirles
que, de acuerdo con lo que el Señor se ha complacido en mostrarme
de vez en cuando, ellas están en gran error. No son cuidadosas de
abstenerse de toda apariencia de mal. No son lo suficientemente
discretas en su comportamiento como corresponde a mujeres que
profesan santidad. Sus palabras no son tan cuidadas y bien elegidas
como debieran ser las de mujeres que han recibido la gracia de Dios.
Tratan a sus hermanos con demasiada familiaridad. Permanecen
cerca de ellos, se inclinan hacia ellos y parecen elegir su compañía.
Se sienten altamente gratificadas con su atención.
Según la luz que me ha dado el Señor, nuestras hermanas de-
bieran comportarse de otro modo. Debieran ser más reservadas,
menos atrevidas, y fomentar entre ellas “pudor y modestia”. Tanto
los hermanos como las hermanas se complacen en mantener char-
las demasiado joviales cuando están juntos. Mujeres que profesan
santidad participan en demasiadas bromas, chistes y risas. Esto es
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impropio y entristece al Espíritu de Dios. Estas exhibiciones revelan
una falta del verdadero refinamiento cristiano. No fortalecen el alma
en Dios, sino acarrean gran oscuridad; alejan los puros y refinados
ángeles celestiales y rebajan a un nivel inferior a los que practi-
can estos errores lamentables. Nuestras hermanas siempre debieran
desarrollar una mansedumbre genuina; no debieran ser audaces,
conversadoras y atrevidas, sino modestas y recatadas, cuidadosas
al hablar. Deben fomentar la cortesía. Ser bondadosas y tiernas,
compasivas, perdonadoras y humildes sería apropiado y muy agra-
dable a Dios. Si tienen este comportamiento, los caballeros no las
molestarán con una atención indebida, ya sea en la iglesia o afuera.
Todos notarán que hay un sagrado círculo de pureza que rodea a
estas mujeres temerosas de Dios, el cual las protege de cualquiera
de estas licencias injustificables.
Algunas mujeres que profesan santidad se comportan con una
libertad descuidada y vulgar que lleva al mal. Pero esas mujeres
piadosas cuyas mentes y corazones están ocupados en meditar en
temas que fortalecen una vida pura y que elevan el alma y la disponen
a la comunicación con Dios, no serán fácilmente alejadas de la senda