Se necesita una reforma
Si los adventistas del séptimo día practicaran lo que profesan
creer, si fueran sinceros reformadores de la salud, verdaderamente
serían un espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres.
Además, manifestarían un celo mucho mayor por la salvación de los
que ignoran la verdad.
Entre el pueblo que pretende esperar la próxima venida de Cristo,
tendría que haber reformadores más grandes. La reforma pro salud
debe realizar entre nuestro pueblo una obra que todavía no se ha
llevado a cabo. Hay quienes debieran estar despiertos al peligro
del consumo de carne, que todavía continúan comiendo la carne
de animales, con lo cual ponen en peligro su salud física, mental y
espiritual. Muchos que ahora están sólo convertidos a medias a la
cuestión del consumo de carne, se apartarán del pueblo de Dios y ya
no andarán más con él.
En nuestra obra debemos obedecer las leyes que Dios ha dado,
para que las energías físicas y espirituales obren en forma armo-
niosa. Los hombres pueden tener una apariencia de piedad, y hasta
pueden predicar el Evangelio, y sin embargo no estar purificados ni
santificados. Los ministros debieran ser estrictamente temperantes
en su forma de comer y beber, para no trazar una senda torcida para
sus pies, y para no apartar del camino a los cojos, es decir a los que
son débiles en la fe. Si los hombres, mientras proclaman el mensaje
más solemne e importante que Dios ha dado, luchan contra la verdad
al complacer sus hábitos equivocados de comer y beber, le quitan
toda la fuerza al mensaje que presentan.
Los males del consumo de carne
Los que se complacen en comer carne, tomar té y en la glo-
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tonería, están sembrando semillas que producirán una cosecha de
dolor y muerte. El alimento malsano que se coloca en el estómago
fortalece los apetitos que batallan contra el alma y desarrollan las
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