Enceguecidos por el pecado
Satanás se regocija cuando logra que algunos pecadores se incor-
poren a la iglesia como profesos observadores del sábado, mientras
siguen permitiéndole a él que controle sus mentes y sus afectos y
los utilice para engañar y corromper a otros.
En esta época degenerada se encontrarán muchos tan ciegos a la
pecaminosidad del pecado que preferirán elegir una vida licenciosa,
porque ésta se adecua a las inclinaciones perversas del corazón.
En lugar de pararse frente al espejo de la ley de Dios, y conformar
sus corazones y caracteres con la norma divina, permiten a los
agentes de Satanás que establezcan sus normas en sus corazones.
Los hombres corruptos consideran más fácil interpretar las Escrituras
erróneamente, de modo que parezca apoyarlos en su iniquidad, antes
que abandonar su corrupción y pecado, y ser puros de corazón y
vida.
Hay más personas de esta clase de lo que muchos han imaginado,
y se multiplicarán a medida que nos acercamos al fin del tiempo.
A menos que hundan sus raíces en la verdad de la Biblia y se fun-
damenten en ella y mantengan una conexión viviente con Dios,
muchos quedarán infatuados y engañados. Hay peligros invisibles
que asedian nuestro sendero. Nuestra única seguridad consiste en
velar y orar constantemente. Cuanto más cerca de Jesús vivamos,
tanto más participaremos de su carácter puro y santo; cuanto más
ofensivo nos resulte el pecado, tanto más deseables nos parecerán la
pureza y el resplandor de Cristo...
Siempre hay un poder hechicero en las herejías y en la licencia.
La mente está tan seducida que no puede razonar inteligentemente, y
una ilusión la desvía continuamente de la pureza. La visión espiritual
se empaña; y personas de moralidad hasta entonces intachable se
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confunden bajo los sofismas engañadores de aquellos agentes de
Satanás que profesan ser mensajeros de luz. Este engaño es lo que
da poder a estos agentes
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Joyas de los Testimonios 2:34-38 (1882)
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