Página 91 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Los hábitos físicos y la salud espiritual
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el funcionamiento del hígado y anubla el cerebro; de este modo
pervierte la disposición y el espíritu del hombre. Y estas facultades
debilitadas se ofrecen a Dios, quien rehusó aceptar las víctimas para
el sacrificio a menos que fueran sin tacha. Tenemos la obligación
de mantener nuestros apetitos y hábitos de vida en conformidad
con las leyes de la naturaleza. Si los cuerpos que se ofrecen hoy
sobre el altar de Cristo fueran examinados con el mismo cuidado
con que se examinaban los sacrificios judíos, ¿quién sería aceptado
con nuestros hábitos de vida actuales?
Con cuánto cuidado deberían los cristianos controlar sus hábitos
con el fin de preservar todo el vigor de cada facultad para dedicarla
al servicio de Cristo. Si hemos de alcanzar la santificación del alma,
cuerpo y espíritu, debemos vivir en conformidad con la ley divina.
El corazón no puede mantenerse consagrado a Dios mientras se
complacen los apetitos y las pasiones en detrimento de la salud y la
vida misma...
Las amonestaciones inspiradas del apóstol Pablo contra la com-
placencia propia continúan siendo válidas hasta nuestros tiempos.
Para animarnos nos habla de la libertad que disfrutan los verdade-
ramente santificados. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para
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los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu”.
Romanos 8:1
. A los Gálatas los exhorta:
“Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque
el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la
carne”.
Gálatas 5:16-17
. Además indica algunas formas de pasiones
carnales, tales como la idolatría y la borrachera. Después de mencio-
nar los frutos del Espíritu, entre los cuales se halla la temperancia,
añade: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos”.
Vers. 24
.
Muchos profesos cristianos asegurarían hoy que Daniel fue de-
masiado exigente y lo tacharían de estrecho y fanático. Consideran
de poca monta la cuestión de la comida y la bebida, como para re-
querir una actitud tan decidida y que pudiera involucrar el sacrificio
de toda ventaja terrenal. Pero los que razonan de esta manera se
darán cuenta en el día del juicio que se habían alejado de los ex-
presos requerimientos divinos y habían establecido su propio juicio
como norma de lo bueno y lo malo. Entonces comprenderán que
lo que para ellos parecía sin importancia, era de suma importancia