Página 106 - El Discurso Maestro de Jesucristo (1956)

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El Discurso Maestro de Jesucristo
te”
Llamen los que desean la bendición de Dios, y esperen a la
puerta de la misericordia con firme seguridad, diciendo: Tú, Señor,
has dicho que cualquiera que pide, recibe; y el que busca halla; y al
que llama, se abrirá.
Mirando Jesús a los que se habían reunido para escuchar sus
palabras, deseó fervorosamente que la muchedumbre apreciase la
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misericordia y bondad de Dios. Como ilustración de su necesidad
y de la voluntad de Dios para dar, les presentó el caso de un niño
hambriento que pide pan a su padre carnal. “¿Qué hombre hay de
vosotros
—dijo—, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?”
Apela a la afección tierna y natural de un padre para con su hijo,
y luego dice: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los
cielos, dará buenas cosas a los que le pidan?” Ningún hombre con
corazón de padre abandonaría a su hijo que tuviera hambre y le pi-
diese pan. ¿Lo creerían capaz de burlarse de su hijo, de atormentarlo
con promesas, para luego defraudar sus esperanzas? ¿Prometería
darle alimento bueno y nutritivo, para darle luego una piedra? ¿Nos
atreveremos a deshonrar a Dios imaginando que no responderá a las
súplicas de sus hijos?
Si vosotros, pues, siendo humanos y malos, “sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará
el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
El Espíritu Santo, su
representante, es la mayor de todas sus dádivas. Todas las “buenas
dádivas” quedan abarcadas en ésta. El Creador mismo no puede
darnos cosa alguna que sea mejor ni mayor. Cuando suplicamos al
Señor que se compadezca de nosotros en nuestras aflicciones y que
nos guíe mediante su Espíritu Santo, no desoirá nuestra petición.
Es posible que aun un padre se aleje de su hijo hambriento, pero
Dios no podrá nunca rechazar el clamor del corazón menesteroso
y anhelante. ¡Con qué ternura maravillosa describió su amor! A
los que en días de tinieblas sientan que Dios no cuida de ellos,
éste es el mensaje del corazón del Padre: “Sion empero ha dicho:
¡Me ha abandonado Jehová, y el Señor se ha olvidado de mí! ¿Se
olvidará acaso la mujer de su niño mamante, de modo que no tenga
compasión del hijo de sus entrañas? ¡Aun las tales le pueden olvidar;
mas no me olvidaré yo de ti! He aquí que sobre las palmas de mis
manos te traigo esculpida”