Página 21 - El Discurso Maestro de Jesucristo (1956)

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Las bienaventuranzas
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Mas cuando nos llega la tribulación, ¡cuántos somos los que
pensamos como Jacob! Imaginamos que es la mano de un enemigo
y luchamos a ciegas en la oscuridad, hasta que se nos agota la fuerza,
y no logramos consuelo ni rescate. El toque divino al rayar el día
fue lo que reveló a Jacob con quién estaba luchando: el Angel del
pacto. Lloroso e impotente, se refugió en el seno del Amor infinito
para recibir la bendición que su alma anhelaba. Nosotros también
necesitamos aprender que las pruebas implican beneficios y que no
debemos menospreciar el castigo del Señor ni desmayar cuando él
nos reprende.
“Bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga... Porque él
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es quien hace la llaga, y él la vendará; él hiere, y sus manos curan.
En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará mal”
A todos los afligidos viene Jesús con el ministerio de curación. El
duelo, el dolor y la aflicción pueden iluminarse con revelaciones
preciosas de su presencia.
Dios no desea que quedemos abrumados de tristeza, con el co-
razón angustiado y quebrantado. Quiere que alcemos los ojos y
veamos su rostro amante. El bendito Salvador está cerca de muchos
cuyos ojos están tan llenos de lágrimas que no pueden percibirlo.
Anhela estrechar nuestra mano; desea que lo miremos con fe senci-
lla y que le permitamos que nos guíe. Su corazón conoce nuestras
pesadumbres, aflicciones y pruebas. Nos ha amado con un amor
sempiterno y nos ha rodeado de misericordia. Podemos apoyar el
corazón en él y meditar a todas horas en su bondad. El elevará el
alma más allá de la tristeza y perplejidad cotidianas, hasta un reino
de paz.
Pensad en esto, hijos de las penas y del sufrimiento, y regocijaos
en la esperanza. “Esta es la victoria que vence al mundo..., nuestra
fe”
Bienaventurados también los que con Jesús lloran llenos de
compasión por las tristezas del mundo y se afligen por los pecados
que se cometen en él y, al llorar, no piensan en sí mismos. Jesús
fue Varón de dolores, y su corazón sufrió una angustia indecible.
Su espíritu fue desgarrado y abrumado por las transgresiones de los
hombres. Trabajó con celo consumidor para aliviar las necesidades
y los pesares de la humanidad, y se le agobió el corazón al ver que
las multitudes se negaban a venir a él para obtener la vida. Todos