Las bienaventuranzas
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sedumbre resultante de vivir en Cristo, es el verdadero secreto de la
bendición. “Hermoseará a los humildes con la salvación”
Los mansos “recibirán la tierra por heredad”. Por el deseo de
exaltación propia entró el pecado en el mundo, y nuestros primeros
padres perdieron el dominio sobre esta hermosa tierra, su reino. Por
la abnegación, Cristo redime lo que se había perdido. Y nos dice que
debemos vencer como él venció
Por la humildad y la sumisión
del yo podemos llegar a ser coherederos con él cuando los mansos
“heredarán la tierra”
La tierra prometida a los mansos no será igual a ésta, que está
bajo la sombra de la muerte y de la maldición. “Nosotros esperamos,
según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora
la justicia”. “Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del
Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán”
No habrá contratiempo, ni dolor, ni pecado; no habrá quien
diga: “Estoy enfermo”. No habrá entierros, ni luto, ni muerte, ni
despedidas, ni corazones quebrantados; mas Jesús estará allá, y
habrá paz. “No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá;
porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá
a manantiales de aguas”
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán hartos”.
La justicia es santidad, semejanza a Dios; y “Dios es amor”. Es
conformidad a la ley de Dios, “porque todos tus mandamientos son
justicia” y “el amor pues es el cumplimiento de la ley”
La justicia
es amor, y el amor es la luz y la vida de Dios. La justicia de Dios
está personificada en Cristo. Al recibirlo, recibimos la justicia.
No se obtiene la justicia por conflictos penosos, ni por rudo traba-
jo, ni aun por dones o sacrificios; es concedida gratuitamente a toda
alma que tiene hambre y sed de recibirla. “A todos los sedientos:
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Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y
comed... sin dinero y sin precio”. “Su justicia es de mí, dice Jeho-
vá”. “Este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, Justicia
Nuestra”
No hay agente humano que pueda proporcionar lo que satisfaga
el hambre y la sed del alma. Pero dice Jesús: “He aquí, yo estoy a