Página 34 - El Discurso Maestro de Jesucristo (1956)

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El Discurso Maestro de Jesucristo
Por las pruebas y persecuciones se revela la gloria o carácter de
Dios en sus elegidos. La iglesia de Dios, perseguida y aborrecida por
el mundo, se educa y se disciplina en la escuela de Cristo. En la tierra,
sus miembros transitan por sendas estrechas y se purifican en el
horno de la aflicción. Siguen a Cristo a través de conflictos penosos;
se niegan a sí mismos y sufren ásperas desilusiones; pero los dolores
que experimentan les enseñan la culpabilidad y la desgracia del
pecado, al que miran con aborrecimiento. Siendo participantes de
los padecimientos de Cristo, están destinados a compartir también
su gloria. En santa visión, el profeta vio el triunfo del pueblo de
Dios. Dice: “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego;
y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia..., en pie
sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Y cantan el cántico de
Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes
y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y
verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”. “Estos son los que
han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han
emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del
trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está
sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos”
“Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os
persigan”.
Desde su caída, Satanás obró por medios engañosos. Así como
calumnió a Dios, calumnia a sus hijos mediante sus agentes. El
Salvador dice: “Los denuestos de los que te vituperaban cayeron
sobre mí”
De igual manera caen sobre sus discípulos.
Nadie, entre los hombres, fue calumniado más cruelmente que
el Hijo del hombre. Se lo ridiculizó y escarneció a causa de su
obediencia inalterable a los principios de la santa ley de Dios. Lo
odiaron sin razón. Sin embargo, se mantuvo sereno delante de sus
enemigos, declaró que el oprobio es parte de la heredad del cristiano
y aconsejó a sus seguidores que no temiesen las flechas de la malicia
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ni desfalleciesen bajo la persecución.
Aunque la calumnia puede ennegrecer el nombre, no puede man-
char el carácter. Este es guardado por Dios. Mientras no consintamos
en pecar, no hay poder humano o satánico que pueda dejar una man-