Página 49 - El Discurso Maestro de Jesucristo (1956)

Basic HTML Version

La espiritualidad de la ley
45
Redentor. Era su misión, al hacer a los hombres participes de la
naturaleza divina, ponerlos en armonía con los principios de la
ley del cielo. Cuando renunciamos a nuestros pecados y recibimos
a Cristo como nuestro Salvador, la ley es ensalzada. Pregunta el
apóstol Pablo: “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna
manera, sino que confirmamos la ley”
La promesa del nuevo pacto es: “Pondré mis leyes en sus corazo-
nes, y en sus mentes las escribiré”
Mientras que con la muerte de
Cristo iba a desaparecer el sistema de los símbolos que señalaban a
Cristo como Cordero de Dios que iba a quitar el pecado del mundo,
los principios de justicia expuestos en el Decálogo son tan inmuta-
bles como el trono eterno. No se ha suprimido un mandamiento, ni
una jota o un tilde se ha cambiado. Estos principios que se comuni-
caron a los hombres en el paraíso como la ley suprema de la vida
existirán sin sombra de cambio en el paraíso restaurado. Cuando el
Edén vuelva a florecer en la tierra, la ley de amor dada por Dios será
obedecida por todos debajo del sol.
[48]
“Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos”.
“Fieles son todos sus mandamientos; afirmados eternamente y para
siempre, hechos en verdad y en rectitud”. “Hace ya mucho que he
entendido tus testimonios, que para siempre los has establecido”
“Cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy
pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será
llamado en el reino de los cielos”.
Eso significa que no tendrá lugar en el reino, pues el que delibe-
radamente quebranta un mandamiento no guarda ninguno de ellos
en espíritu ni en verdad. “Porque cualquiera que guardare toda la
ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”
No es la magnitud del acto de desobediencia lo que constituye
el pecado, sino el desacuerdo con la voluntad expresa de Dios en el
detalle más mínimo, porque demuestra que todavía hay comunión
entre el alma y el pecado. El corazón está dividido en su servicio.
Niega realmente a Dios, y se rebela contra las leyes de su gobierno.
Si los hombres estuviesen en libertad para apartarse de lo que
requiere el Señor y pudieran fijarse una norma de deberes, habría
una variedad de normas que se ajustarían a las diversas mentes y