Página 48 - El Discurso Maestro de Jesucristo (1956)

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El Discurso Maestro de Jesucristo
justicia”
es decir, llenar la medida de lo requerido por la ley, dar
un ejemplo de conformidad perfecta con la voluntad de Dios.
Su misión era “magnificar la ley y engrandecerla”
Debía en-
señar la espiritualidad de la ley, presentar sus principios de vasto
alcance y explicar claramente su vigencia perpetua. La belleza divi-
na del carácter de Cristo, de quien los hombres más nobles y más
amables son tan sólo un pálido reflejo; de quien escribió Salomón,
por el Espíritu de inspiración, que es el “señalado entre diez mil... y
todo él codiciable”
de quien David, viéndolo en visión profética,
dijo: “Más hermoso eres que los hijos de los hombres”
Jesús, la
imagen de la persona del Padre, el esplendor de su gloria; el que fue
abnegado Redentor en toda su peregrinación de amor en el mundo,
era una representación viva del carácter de la ley de Dios. En su
vida se manifestó el hecho de que el amor nacido en el cielo, los
principios fundamentales de Cristo, sirven de base a las leyes de
rectitud eterna.
“Hasta que pasen el cielo y la tierra—dijo Jesús—, ni una jota
ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Por
su propia obediencia a la ley, Jesús atestiguó su carácter inalterable
y demostró que con su gracia puede obedecerla perfectamente todo
hijo e hija de Adán. En el monte declaró que ni la jota más insignifi-
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cant
desaparecería de la ley hasta que todo se hubiera cumplido, a
saber: todas las cosas que afectan a la raza humana, todo lo que se re-
fiere al plan de redención. No enseña que la ley haya de ser abrogada
alguna vez, sino que, a fin de que nadie suponga que era su misión
abrogar los preceptos de la ley, dirige el ojo al más lejano confín del
horizonte del hombre y nos asegura que hasta que se llegue a ese
punto, la ley conservará su autoridad. Mientras perduren los cielos y
la tierra, los principios sagrados de la ley de Dios permanecerán. Su
justicia, “como los montes de Dios”
continuará, cual una fuente
de bendición que envía arroyos para refrescar la tierra.
Dado que la ley del Señor es perfecta y, por lo tanto, inmutable,
es imposible que los hombres pecaminosos satisfagan por sí mismos
la medida de lo que requiere. Por eso vino Jesús como nuestro
Nuestra palabra “jota” proviene del griego
iota,
nombre de la letra más pequeña
del alfabeto helénico. La letra
yod,
que corresponde a ella, en el alfabeto hebreo, es a la
vez la más pequeña de esa lengua. Por eso la palabra “jota” se emplea en castellano para
designar alguna “cosa muy pequeña”.—
La Redacción.