Página 63 - El Discurso Maestro de Jesucristo (1956)

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La espiritualidad de la ley
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nuestro Señor; y “todas las cosas” cuya ocurrencia es permitida “a
los que aman a Dios..., les ayudan a bien”
“Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale
también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una
milla, ve con él dos”.
Mandó Jesús a sus discípulos que, en vez de oponerse a las
órdenes de las autoridades, hicieran aún más de lo que se requería
de ellos. En lo posible, debían cumplir toda obligación, aun más allá
de lo que exigía la ley del país. La ley dada por Moisés ordenaba
que se tratase con tierna consideración a los pobres. Cuando uno
de éstos daba su ropa como prenda o como garantía de una deuda,
no se permitía al acreedor entrar en la casa para obtenerla; tenía
que esperar en la calle hasta que le trajeran la prenda. Cualesquiera
fuesen las circunstancias, era necesario que fuera devuelta la prenda
a su dueño antes de la puesta del sol
En los días de Cristo se daba
poca importancia a estas reglas misericordiosas, pero Jesús enseñó a
sus discípulos que se sometieran a la decisión del tribunal, aunque
éste exigiese más de lo autorizado por la ley de Moisés. Aunque
demandase una prenda de ropa, debían entregarla. Todavía más:
debían dar al acreedor lo que le adeudaban y, si fuera necesario,
entregar aún más de lo que el tribunal le autorizaba tomar. “Y al que
quisiere ponerte a pleito—dijo—y quitarte la túnica, déjale también
la capa”. Y si los correos exigen que vayáis una milla con ellos,
debéis ir dos millas.
Añadió Jesús: “Al que te pida, dale: y al que quiera tomar de ti
prestado, no se lo rehúses”. La misma lección se había enseñado
mediante Moisés: “No endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano
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contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y
en efecto le prestarás lo que necesite”
Este pasaje bíblico aclara el
significado de las palabras del Salvador. Cristo no nos enseña a dar
indistintamente a todos los que piden limosna, pero dice: “En efecto
le prestarás lo que necesite”, y esto ha de ser un regalo, antes que un
préstamo, porque hemos de prestar, “no esperando de ello nada”
“Amad a vuestros enemigos”.
La lección del Salvador: “No resistáis al que es malo”, era inacep-
table para los judíos vengativos, quienes murmuraban contra ella