Página 80 - El Discurso Maestro de Jesucristo (1956)

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El Discurso Maestro de Jesucristo
de la vida, de la verdad y del honor, quebranta voluntariamente un
solo precepto de la santa ley de Dios, pervierte sus nobles dones
en señuelos del pecado. El genio, el talento, la simpatía y aun los
actos generosos y amables pueden llegar a ser lazos de Satanás para
arrastrar a otras almas hasta hacerlas caer en el precipicio de la ruina,
para esta vida y para la venidera.
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si
alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo
lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos,
y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”
“No os afanéis por vuestra vida”.
Quien nos dio la vida sabe que nos hace falta el alimento para
conservarla. El que creó el cuerpo no olvida nuestra necesidad de
ropa. El que concedió la dádiva mayor ¿no otorgará también lo
necesario para hacerla completa?
Jesús dirigió la atención de sus oyentes a las aves que modulaban
sus alegres cantos, libres de congojas, porque, si bien “no siembran,
ni siegan”, el gran Padre las provee de todo lo necesario. Luego
preguntó: “¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”
Las laderas de las colinas y los campos estaban esmaltados de
flores. Señalándolos en la frescura del rocío matinal, Jesús dijo:
“Considerad los lirios del campo, cómo crecen”. La habilidad hu-
mana puede copiar las formas graciosas y elegantes de las plantas y
las flores; mas ¿qué toque puede dar vida siquiera a una florecilla o
a una brizna de hierba? Cada flor que abre sus pétalos a la vera del
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camino debe su existencia al mismo poder que colocó los mundos y
estrellas en el cielo. Por toda la creación se siente palpitar la vida
del gran corazón de Dios. Sus manos engalanan las flores del campo
con atavíos más primorosos que cuantos hayan ornado jamás a los
reyes terrenales. “Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se
echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros,
hombres de poca fe?”
El que formó las flores y dio cantos a los pajarillos dice: “Con-
siderad los lirios”. “Mirad las aves del cielo”. En la belleza de las
cosas de la naturaleza podemos aprender acerca de la sabiduría di-
vina más de lo que saben los eruditos. En los pétalos del lirio Dios