Página 82 - El Discurso Maestro de Jesucristo (1956)

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El Discurso Maestro de Jesucristo
Padres, dejad a vuestros hijos que aprendan de las flores. Lle-
vadlos al jardín, a la huerta, al campo, bajo los árboles frondosos, y
enseñadles a leer en la naturaleza el mensaje del amor de Dios. Vin-
culad su recuerdo con el espectáculo de los pájaros, las flores y los
árboles. Inducidlos a considerar en cada cosa agradable y hermosa
una expresión del amor que Dios siente por ellos. Hacedles apreciar
vuestra de la bondad.
Enseñad a los niños la lección de que mediante el gran amor de
Dios su naturaleza puede transformarse y ponerse en armonía con la
suya. Enseñadles que él quiere que sus vidas tengan la hermosura y
la gracia de las flores. Mientras recogen las flores fragantes, hacedles
saber que quien las creó es más bello que ellas. Así los zarcillos de
sus corazones se aferrarán a él. El que es “todo... codiciable” llegará
a ser para ellos un compañero constante y un amigo íntimo, y sus
vidas se transformarán a la imagen de su pureza.
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“Buscad primeramente el reino de Dios”.
Los oyentes de las palabras de Cristo seguían aguardando ansio-
samente algún anunció del reino terrenal. Mientras Jesús les ofrecía
los tesoros del cielo, la pregunta que preocupaba a muchos era: ¿Có-
mo podrá mejorar nuestra perspectiva en el mundo una relación con
él? Jesús les mostró que al hacer de las cosas mundanales su anhe-
lo supremo, se parecían a las naciones paganas que los rodeaban,
pues vivían como si no hubiera Dios que cuidase tiernamente a sus
criaturas.
“Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo”
dice
Jesús. “Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas es-
tas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas”. He venido para abriros el reino
de amor, de justicia y de paz. Abrid el corazón para recibir este reino,
y dedicad a su servicio vuestro más alto interés. Aunque es un reino
espiritual, no temáis que vuestras necesidades temporales sean des-
atendidas. Si os entregáis al servicio de Dios, el que es todopoderoso
en el cielo y en la tierra proveerá todo cuanto necesitéis.
Cristo no nos exime de la necesidad de esforzarnos, pero nos
enseña que en todo le hemos de dar a él el primer lugar, el último
y el mejor. No debemos ocuparnos en ningún negocio ni buscar