Página 126 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

Basic HTML Version

122
El Deseado de Todas las Gentes
mo que manifestaban éstos había destruído toda verdadera libertad
de pensamiento o acción. Vivían en continuo temor de la conta-
minación. Para evitar el contacto con lo “inmundo,” se mantenían
apartados no sólo de los gentiles, sino de la mayoría de su propio
pueblo, sin tratar de beneficiarlos ni de ganar su amistad. Espacián-
dose constantemente en esos asuntos, habían empequeñecido sus
intelectos y estrechado la órbita de su vida. Su ejemplo estimulaba
el egotismo y la intolerancia entre todas las clases del pueblo.
Jesús empezó la obra de reforma poniéndose en una relación de
estrecha simpatía con la humanidad. Aunque manifestaba la mayor
reverencia por la ley de Dios, reprendía la presuntuosa piedad de
los fariseos, y trataba de libertar a la gente de las reglas sin sentido
que la ligaban. Procuraba quebrantar las barreras que separaban las
diferentes clases de la sociedad, a fin de unir a los hombres como
hijos de una sola familia. Su asistencia a las bodas estaba destinada
a ser un paso hacia la obtención de este fin.
Dios había indicado a Juan el Bautista que morase en el desierto,
a fin de mantenerlo escudado contra la influencia de los sacerdotes y
rabinos, y prepararlo para una misión especial. Pero la austeridad
y el aislamiento de su vida no era un ejemplo para la gente. Juan
mismo no había indicado a sus oyentes que abandonasen sus deberes
anteriores. Los instaba a dar evidencia de su arrepentimiento siendo
[125]
fieles a Dios en el lugar donde los había llamado.
Jesús condenaba la complacencia propia en todas sus formas;
sin embargo, era de naturaleza sociable. Aceptaba la hospitalidad de
todas las clases, visitaba los hogares de los ricos y de los pobres, de
los sabios y de los ignorantes, y trataba de elevar sus pensamientos
de los asuntos comunes de la vida, a cosas espirituales y eternas.
No autorizaba la disipación, y ni una sombra de liviandad mundanal
manchó su conducta; sin embargo, hallaba placer en las escenas
de felicidad inocente, y con su presencia sancionaba las reuniones
sociales. Una boda entre los judíos era una ocasión impresionante,
y el gozo que se manifestaba en ella no desagradaba al Hijo del
hombre. Al asistir a esta fiesta, Jesús honró el casamiento como
institución divina.
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la relación
matrimonial se emplea para representar la unión tierna y sagrada que
existe entre Cristo y su pueblo. En el pensar de Cristo, la alegría de