Página 171 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 21—Betesda y el Sanedrín
Este capítulo está basado en Juan 5.
“Y HAY en Jerusalem a la puerta del ganado un estanque, que en
hebraico es llamado Betesda, el cual tiene cinco portales. En éstos
yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que estaban espe-
rando el movimiento del agua.” En ciertos momentos, se agitaban
las aguas de este estanque; y se creía que ello se debía a un poder so-
brenatural, y que el primero que en ellas entrara después que fuesen
agitadas sanaba de cualquier enfermedad que tuviese. Centenares
de enfermos visitaban el lugar; pero era tan grande la muchedumbre
cuando el agua se agitaba, que se precipitaban y pisoteaban a los más
débiles. Muchos no podían ni acercarse al estanque. Otros, habiendo
logrado alcanzarlo, morían en su orilla. Se habían levantado refugios
en derredor del lugar, a fin de que los enfermos estuviesen protegidos
del calor del día y del frío de la noche. Algunos pernoctaban en esos
pórticos, arrastrándose a la orilla del estanque día tras día, con una
vana esperanza de alivio.
Jesús estaba otra vez en Jerusalén. Andando solo, en aparente
meditación y oración, llegó al estanque. Vió a los pobres dolientes
esperando lo que suponían ser su única oportunidad de sanar. An-
helaba ejercer su poder curativo y devolver la salud a todos los que
sufrían. Pero era sábado. Multitudes iban al templo para adorar, y él
sabía que un acto de curación como éste excitaría de tal manera el
prejuicio de los judíos que abreviaría su obra.
Pero el Salvador vió un caso de miseria suprema. Era el de un
hombre que había estado imposibilitado durante treinta y ocho años.
Su enfermedad era en gran parte resultado de su propio pecado y
considerada como juicio de Dios. Solo y sin amigos, sintiéndose
privado de la misericordia de Dios, el enfermo había sufrido largos
años. Cuando se esperaba que las aguas iban a ser revueltas, los que
se compadecían de su incapacidad lo llevaban a los pórticos; pero en
el momento favorable no tenía a nadie para ayudarle a entrar. Había
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