Página 223 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

Basic HTML Version

En Capernaúm
219
opiniones que a las frases más claras de esa Palabra de Dios, que
pierde en sus manos su poder regenerador. Esta es la razón por la
cual la incredulidad se desborda y la iniquidad abunda.
Una vez que Satanás ha minado la fe en la Biblia, conduce a
los hombres a otras fuentes en busca de luz y poder. Así se insinúa.
Los que se apartan de la clara enseñanza de las Escrituras y del
poder convincente del Espíritu Santo de Dios, están invitando el
dominio de los demonios. Las críticas y especulaciones acerca de las
Escrituras han abierto la puerta al espiritismo y la teosofía—formas
modernas del antiguo paganismo—para que penetren aun en las
iglesias que profesan pertenecer a nuestro Señor Jesucristo.
Al par que se predica el Evangelio, hay agentes que trabajan y
que no son sino intermediarios de los espíritus mentirosos. Muchos
tratan con ellos por simple curiosidad, pero al ver pruebas de que
obra un poder más que humano, quedan cada vez más seducidos
hasta que llegan a estar dominados por una voluntad más fuerte que
la suya. No pueden escapar de este poder misterioso.
Las defensas de su alma quedan derribadas. No tienen vallas con-
tra el pecado. Nadie sabe hasta qué abismos de degradación puede
llegar a hundirse una vez que rechazó las restricciones de la Palabra
de Dios y de su Espíritu. Un pecado secreto o una pasión dominante
puede mantener a un cautivo tan impotente como el endemoniado
de Capernaúm. Sin embargo, su condición no es desesperada.
El medio por el cual se puede vencer al maligno, es aquel por el
cual Cristo venció: el poder de la Palabra. Dios no domina nuestra
mente sin nuestro consentimiento; pero si deseamos conocer y hacer
su voluntad, se nos dirige su promesa: “Conoceréis la verdad, y
la verdad os hará libres.” “Si alguno quisiere hacer su voluntad,
[224]
conocerá de mi enseñanza.
Apoyándose en estas promesas, cada
uno puede quedar libre de las trampas del error y del dominio del
pecado.
Cada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver domi-
nar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda
hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en lugar de oraciones,
no podía sino pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la
muda súplica de su corazón fué oída. Ningún clamor de un alma en
necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin
ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo, no