Página 24 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
ellos se conformasen a las prácticas de los paganos. Pero la usaron
para edificar un muro de separación entre Israel y todas las demás
naciones. Los judíos consideraban a Jerusalén como su cielo, y sen-
tían verdaderamente celos de que el Señor manifestase misericordia
a los gentiles.
Después de regresar de Babilonia, dedicaron mucha atención a la
instrucción religiosa. Por todo el país, se erigieron sinagogas, en las
cuales los sacerdotes y escribas explicaban la ley. Y se establecieron
escuelas donde se profesaba enseñar los principios de la justicia,
juntamente con las artes y las ciencias. Pero estos medios se corrom-
pieron. Durante el cautiverio, muchos del pueblo habían recibido
ideas y costumbres paganas, y éstas penetraron en su ceremonial
religioso. En muchas cosas, se conformaban a las prácticas de los
idólatras.
Al apartarse de Dios, los judíos perdieron de vista mucho de lo
que enseñaba el ritual. Este ritual había sido instituído por Cristo
mismo. En todas sus partes, era un símbolo de él; y había estado
lleno de vitalidad y hermosura espiritual. Pero los judíos perdieron
la vida espiritual de sus ceremonias, y se aferraron a las formas
muertas. Confiaban en los sacrificios y los ritos mismos, en vez
de confiar en Aquel a quien éstos señalaban. A fin de reemplazar
lo que habían perdido, los sacerdotes y rabinos multiplicaron los
requerimientos de su invención; y cuanto más rígidos se volvían,
tanto menos del amor de Dios manifestaban. Medían su santidad por
la multitud de sus ceremonias, mientras que su corazón estaba lleno
de orgullo e hipocresía.
Con todas sus minuciosas y gravosas órdenes, era imposible
guardar la ley. Los que deseaban servir a Dios, y trataban de observar
los preceptos rabínicos, luchaban bajo una pesada carga. No podían
hallar descanso de las acusaciones de una conciencia perturbada. Así
Satanás obraba para desalentar al pueblo, para rebajar su concepto
del carácter de Dios y para hacer despreciar la fe de Israel. Esperaba
demostrar lo que había sostenido cuando se rebeló en el cielo, a
saber, que los requerimientos de Dios eran injustos, y no podían ser
obedecidos. Aun Israel, declaraba, no guardaba la ley.
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Aunque los judíos deseaban el advenimiento del Mesías, no te-
nían un verdadero concepto de su misión. No buscaban la redención
del pecado, sino la liberación de los romanos. Esperaban que el Me-