Página 249 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El sábado
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¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!
Muy profundos son tus pensamientos.
Y el Espíritu Santo declara por medio del profeta Isaías: “¿A
qué pues haréis semejante a Dios, o a qué imagen le compondréis?
... ¿No sabéis? ¿no habéis oído? ¿nunca os lo han dicho desde el
principio? ¿no habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?
El está asentado sobre el globo de la tierra, cuyos moradores son
como langostas, él extiende los cielos como una cortina, tiéndelos
como una tienda para morar.... ¿A qué pues me haréis semejante,
o seré asimilado? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y
mirad quién crió estas cosas; él saca por cuenta su ejército: a todas
llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su
fuerza, y su poder y virtud. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú,
Israel: mi camino es escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi
juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios del siglo es Jehová,
el cual crió los términos de la tierra? No se trabaja, ni se fatiga con
cansancio.... El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al
que no tiene ningunas.” “No temas que yo soy contigo, no desmayes,
que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia.” “Mirad a mí, y sed salvos,
todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más.”
Tal es el mensaje que fué escrito en la naturaleza y que el sábado
está destinado a rememorar. Cuando el Señor ordenó a Israel que
santificase sus sábados, dijo: “Sean por señal entre mí y vosotros,
para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios.
El sábado fué incorporado en la ley dada desde el Sinaí; pero
no fué entonces cuando se dió a conocer por primera vez como
día de reposo. El pueblo de Israel había tenido conocimiento de él
antes de llegar al Sinaí. Mientras iba peregrinando hasta allí, guardó
el sábado. Cuando algunos lo profanaron, el Señor los reprendió
diciendo: “¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y
mis leyes?
El sábado no era para Israel solamente, sino para el mundo entero.
Había sido dado a conocer al hombre en el Edén, y como los demás
preceptos del Decálogo, es de obligación imperecedera. Acerca de
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aquella ley de la cual el cuarto mandamiento forma parte, Cristo
declara: “Hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde