Página 251 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El sábado
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comer los granos, después de restregarlos en las manos. En cualquier
otro día, este acto no habría provocado comentario, porque el que
pasaba por un sembrado, un huerto, o una viña, tenía plena libertad
para recoger lo que deseara comer
Pero el hacer esto en sábado
era tenido por un acto de profanación. No sólo al juntar el grano se
lo segaba, sino que al restregarlo en las manos se lo trillaba, y así,
en opinión de los rabinos había en ello un doble delito.
Inmediatamente los espías se quejaron a Jesús diciendo: “He
aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.”
Cuando se le acusó de violar el sábado en Betesda, Jesús se
defendió afirmando su condición de Hijo de Dios y declarando
que él obraba en armonía con el Padre. Ahora que se atacaba a sus
discípulos, él citó a sus acusadores ejemplos del Antiguo Testamento,
actos verificados en sábado por quienes estaban en el servicio de
Dios.
Los maestros judíos se jactaban de su conocimiento de las Es-
crituras, y la respuesta de Cristo implicaba una reprensión por su
ignorancia de los sagrados escritos. “¿Ni aun esto habéis leído—
dijo,—qué hizo David cuando tuvo hambre, él, y los que con él
estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la
proposición, y comió, ... los cuales no era lícito comer, sino a solos
los sacerdotes?” “También les dijo: El sábado por causa del hombre
es hecho; no el hombre por causa del sábado.” “¿No habéis leído
en la ley, que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el
sábado, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo
está aquí.” “El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.
Si estaba bien que David satisficiese su hambre comiendo el
pan que había sido apartado para un uso santo, entonces estaba
bien que los discípulos supliesen su necesidad recogiendo granos en
las horas sagradas del sábado. Además, los sacerdotes del templo
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realizaban el sábado una labor más intensa que en otros días. En
asuntos seculares, la misma labor habría sido pecaminosa; pero la
obra de los sacerdotes se hacía en el servicio de Dios. Ellos cumplían
los ritos que señalaban el poder redentor de Cristo, y su labor estaba
en armonía con el objeto del sábado. Pero ahora, Cristo mismo había
venido. Los discípulos, al hacer la obra de Cristo, estaban sirviendo
a Dios y era correcto hacer en sábado lo que era necesario para el
cumplimiento de esta obra.