Página 275 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El sermón del monte
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voluntariamente un principio de la ley entrará en el reino de los
cielos.
Los rabinos consideraban su justicia como pasaporte para el
cielo; pero Jesús declaró que era insuficiente e indigna. Las ceremo-
nias externas y un conocimiento teórico de la verdad constituían la
justicia farisaica. Los rabinos aseveraban ser santos por sus propios
esfuerzos en guardar la ley; pero sus obras habían divorciado la
justicia de la religión. Mientras eran escrupulosos en las observan-
cias rituales, sus vidas eran inmorales y degradadas. Su así llamada
justicia no podría nunca entrar en el reino de los cielos.
En el tiempo de Cristo, el mayor engaño de la mente humana
consistía en creer que un mero asentimiento a la verdad constituía
la justicia. En toda experiencia humana, un conocimiento teórico
de la verdad ha demostrado ser insuficiente para salvar el alma.
No produce frutos de justicia. Una estimación celosa por lo que se
llama verdad teológica acompaña a menudo al odio de la verdad
genuina manifestada en la vida. Los capítulos más sombríos de la
historia están cargados con el recuerdo de crímenes cometidos por
fanáticos religiosos. Los fariseos se llamaban hijos de Abrahán y
se jactaban de poseer los oráculos de Dios; pero estas ventajas no
los preservaban del egoísmo, la malicia, la codicia de ganancias y la
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más baja hipocresía. Pensaban ser los mayores religiosos del mundo,
pero su así llamada ortodoxia los condujo a crucificar al Señor de la
gloria.
Aun subsiste el mismo peligro. Muchos dan por sentado que son
cristianos simplemente porque aceptan ciertos dogmas teológicos.
Pero no han hecho penetrar la verdad en la vida práctica. No la
han creído ni amado; por lo tanto no han recibido el poder y la
gracia que provienen de la santificación de la verdad. Los hombres
pueden profesar creer en la verdad; pero esto no los hace sinceros,
bondadosos, pacientes y tolerantes, ni les da aspiraciones celestiales;
es una maldición para sus poseedores, y por la influencia de ellos es
una maldición para el mundo.
La justicia que Cristo enseñaba es la conformidad del corazón y
de la vida a la voluntad revelada de Dios. Los hombres pecaminosos
pueden llegar a ser justos únicamente al tener fe en Dios y mantener
una relación vital con él. Entonces la verdadera piedad elevará los
pensamientos y ennoblecerá la vida. Entonces las formas externas de