Página 288 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 33—¿Quiénes son mis hermanos?
Este capítulo está basado en Mateo 12:22-50; Marcos 3:20-35.
Los hijos de José distaban mucho de tener simpatía por Jesús en
su obra. Los informes que llegaban a ellos acerca de su vida y labor
los llenaban de asombro y congoja. Oían que pasaba noches enteras
en oración, que durante el día le rodeaban grandes compañías de
gente, y que no tomaba siquiera tiempo para comer. Sus amigos
estaban convencidos de que su trabajo incesante le estaba agotando;
no podían explicar su actitud para con los fariseos, y algunos temían
que su razón estuviese vacilando.
Sus hermanos oyeron hablar de esto, y también de la acusación
presentada por los fariseos de que echaba los dernonios por el poder
de Satanás. Sentían agudamente el oprobio que les reportaba su
relación con Jesús. Sabían qué tumulto habían creado sus palabras y
sus obras, y no sólo estaban alarmados por sus osadas declaraciones,
sino que se indignaban porque había denunciado a los escribas y
fariseos. Llegaron a la conclusión de que se le debía persuadir y
obligar a dejar de trabajar así, e indujeron a María a unirse con ellos,
pensando que por amor a ella podrían persuadirle a ser más prudente.
Precisamente antes de esto, Jesús había realizado por segunda
vez el milagro de sanar a un hombre poseído, ciego y mudo, y
los fariseos habían reiterado la acusación: “Por el príncipe de los
demonios echa fuera los demonios.
Cristo les dijo claramente que
al atribuir la obra del Espíritu Santo a Satanás, se estaban separando
de la fuente de bendición. Los que habían hablado contra Jesús
mismo, sin discernir su carácter divino, podrían ser perdonados;
porque podían ser inducidos por el Espíritu Santo a ver su error y
arrepentirse. Cualquiera que sea el pecado, si el alma se arrepiente
y cree, la culpa queda lavada en la sangre de Cristo; pero el que
rechaza la obra del Espíritu Santo se coloca donde el arrepentimiento
y la fe no pueden alcanzarle. Es por el Espíritu Santo cómo obra
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Dios en el corazón; cuando los hombres rechazan voluntariamente al
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