El cumplimiento del tiempo
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El cumplimiento del tiempo había llegado. La humanidad, cada
vez más degradada por los siglos de transgresión, demandaba la
venida del Redentor. Satanás había estado obrando para ahondar y
hacer insalvable el abismo entre el cielo y la tierra. Por sus mentiras,
había envalentonado a los hombres en el pecado. Se proponía agotar
la tolerancia de Dios, y extinguir su amor por el hombre, a fin de
que abandonase al mundo a la jurisdicción satánica.
Satanás estaba tratando de privar a los hombres del conocimiento
de Dios, de desviar su atención del templo de Dios, y establecer su
propio reino. Su contienda por la supremacía había parecido tener
casi completo éxito. Es cierto que en toda generación Dios había
tenido sus agentes. Aun entre los paganos, había hombres por medio
de quienes Cristo estaba obrando para elevar el pueblo de su pecado
y degradación. Pero eran despreciados y odiados. A muchos se les
había dado muerte. La obscura sombra que Satanás había echado
sobre el mundo se volvía cada vez más densa.
Mediante el paganismo, Satanás había apartado de Dios a los
hombres durante muchos siglos; pero al pervertir la fe de Israel
había obtenido su mayor triunfo. Al contemplar y adorar sus propias
concepciones, los paganos habían perdido el conocimiento de Dios,
y se habían ido corrompiendo cada vez más. Así había sucedido
también con Israel. El principio de que el hombre puede salvarse
por sus obras, que es fundamento de toda religión pagana, era ya
principio de la religión judaica. Satanás lo había implantado; y
doquiera se lo adopte, los hombres no tienen defensa contra el
pecado.
El mensaje de la salvación es comunicado a los hombres por
medio de agentes humanos. Pero los judíos habían tratado de mo-
nopolizar la verdad que es vida eterna. Habían atesorado el maná
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viviente, que se había trocado en corrupción. La religión que habían
tratado de guardar para sí llegó a ser un escándalo. Privaban a Dios
de su gloria, y defraudaban al mundo por una falsificación del Evan-
gelio. Se habían negado a entregarse a Dios para la salvación del
mundo, y llegaron a ser agentes de Satanás para su destrucción.
El pueblo a quien Dios había llamado para ser columna y base
de la verdad, había llegado a ser representante de Satanás. Hacía
la obra que éste deseaba que hiciese, y seguía una conducta que
representaba falsamente el carácter de Dios y le hacía considerar