Página 298 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
El amor a sí mismo es lo que trae inquietud. Cuando hayamos
nacido de lo alto, habrá en nosotros el mismo sentir que hubo en
Jesús, el sentir que le indujo a humillarse a fin de que pudiésemos ser
salvos. Entonces no buscaremos el puesto más elevado. Desearemos
sentarnos a los pies de Jesús y aprender de él. Comprenderemos que
el valor de nuestra obra no consiste en hacer ostentación y ruido en
el mundo, ni en ser activos y celosos en nuestra propia fuerza. El
valor de nuestra obra está en proporción con el impartimiento del
Espíritu Santo. La confianza en Dios trae otras santas cualidades
mentales, de manera que en la paciencia podemos poseer nuestras
almas.
El yugo se coloca sobre los bueyes para ayudarles a arrastrar la
carga, para aliviar esa carga. Así también sucede con el yugo de Cris-
to. Cuando nuestra voluntad esté absorbida en la voluntad de Dios,
y empleemos sus dones para beneficiar a otros, hallaremos liviana la
carga de la vida. El que anda en el camino de los mandamientos de
Dios, anda en compañía de Cristo, y en su amor el corazón descansa.
Cuando Moisés oró: “Ruégote que me muestres ahora tu camino,
para que te conozca,” el Señor le contestó: “Mi rostro irá contigo,
y te haré descansar.” Y por los profetas fué dado el mensaje: “Así
dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las
sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis
descanso para vuestra alma.
Y él dice: “¡Ojalá miraras tú a mis
mandamientos! fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como
las ondas de la mar.
Los que aceptan la palabra de Cristo al pie de la letra, y entregan
su alma a su custodia, y su vida para que él la ordene, hallarán paz
y quietud. Ninguna cosa del mundo puede entristecerlos cuando
Jesús los alegra con su presencia. En la perfecta aquiescencia hay
descanso perfecto. El Señor dice: “Tú le guardarás en completa paz,
cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado.
Nuestra vida puede parecer enredada, pero al confiarnos al sabio
Artífice Maestro, él desentrañará el modelo de vida y carácter que
sea para su propia gloria. Y ese carácter que expresa la gloria—
o carácter —de Cristo, será recibido en el Paraíso de Dios. Los
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miembros de una raza renovada andarán con él en vestiduras blancas
porque son dignos.