Página 32 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 4—Un salvador os es nacido
Este Capítulo está basado en Lucas 2:1-20.
El rey de gloria se rebajó a revestirse de humanidad. Tosco y
repelente fué el ambiente que le rodeó en la tierra. Su gloria se veló
para que la majestad de su persona no fuese objeto de atracción.
Rehuyó toda ostentación externa. Las riquezas, la honra mundanal y
la grandeza humana no pueden salvar a una sola alma de la muerte;
Jesús se propuso que ningún halago de índole terrenal atrajera a
los hombres a su lado. Únicamente la belleza de la verdad celestial
debía atraer a quienes le siguiesen. El carácter del Mesías había sido
predicho desde mucho antes en la profecía, y él deseaba que los
hombres le aceptasen por el testimonio de la Palabra divina.
Los ángeles se habían maravillado del glorioso plan de redención.
Con atención miraban cómo el pueblo de Dios iba a recibir a su
Hijo, revestido con el manto de la humanidad. Vinieron los ángeles
a la tierra del pueblo elegido. Las otras naciones creían en fábulas
y adoraban falsos dioses. Pero los ángeles fueron a la tierra donde
la gloria de Dios se había revelado y había resplandecido la luz
de la profecía. Vinieron sin ser vistos a Jerusalén, se acercaron a
los que debían exponer los Sagrados Oráculos, a los ministros de
la casa de Dios. Ya había sido anunciada al sacerdote Zacarías la
proximidad de la venida de Cristo, mientras servía ante el altar.
Ya había nacido el precursor, y su misión estaba corroborada por
milagros y profecías. Habían cundido las nuevas de su nacimiento y
del maravilloso significado de su misión. Y sin embargo, Jerusalén
no se preparaba para dar la bienvenida a su Redentor.
Los mensajeros celestiales contemplaban con asombro la indife-
rencia de aquel pueblo a quien Dios llamara a comunicar al mundo
la luz de la verdad sagrada. La nación judía había sido conservada
como testigo de que Cristo había de nacer de la simiente de Abrahán
y del linaje de David; y sin embargo, no sabía que su venida se
acercaba. En el templo, el sacrificio matutino y el vespertino se-
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