Página 348 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
podía hacer obras tan admirables como las que habían presenciado,
no podía dar a todos los suyos salud, fuerza y riquezas, librarlos
de sus opresores y exaltarlos al poder y la honra. El hecho de que
aseverara ser el Enviado de Dios, y, sin embargo, se negara a ser el
Rey de Israel era un misterio que no podían sondear. Su negativa fué
mal interpretada. Muchos concluyeron que no se atrevía a presen-
tar sus derechos porque él mismo dudaba del carácter divino de su
misión. Así abrieron su corazón a la incredulidad, y la semilla que
Satanás había sembrado llevó fruto según su especie: incomprensión
y deserción.
Ahora, medio en tono de burla, un rabino preguntó “¿Qué señal
pues haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras? Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del
cielo les dió a comer.”
Los judíos honraban a Moisés como dador del maná, tributando
alabanza al instrumento, y perdiendo de vista a Aquel por quien
la obra había sido realizada. Sus padres habían murmurado contra
Moisés, y habían dudado de su misión divina y la habían negado.
Ahora, animados del mismo espíritu, los hijos rechazaban a Aquel
que les daba el mensaje de Dios. “Y Jesús les dijo: De cierto, de
cierto os digo: No os dió Moisés pan del cielo; mas mi Padre os
dió el verdadero pan del cielo.” El que había dado el maná estaba
entre ellos. Era Cristo mismo quien había conducido a los hebreos a
través del desierto, y los había alimentado diariamente con el pan
del cielo. Este alimento era una figura del verdadero pan del cielo.
El Espíritu que fluye de la infinita plenitud de Dios y da vida es el
verdadero maná. Jesús dijo: “El pan de Dios es aquel que descendió
del cielo y da vida al mundo.”
Pensando todavía que Jesús se refería al alimento temporal,
algunos de sus oyentes exclamaron: “Señor, danos siempre este
pan.” Jesús habló entonces claramente: “Yo soy el pan de vida.”
La figura que Cristo empleó era familiar para los judíos. Moisés,
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por inspiración del Espíritu Santo, había dicho: “El hombre no vivirá
de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová.” Y el
profeta Jeremías había escrito: “Halláronse tus palabras, y yo las
comí; y tu palabra me fué por gozo y por alegría de mi corazón.
Los rabinos mismos solían decir que el comer pan, en su significado
espiritual, era estudiar la ley y practicar las buenas obras; se decía a