La crisis en Galilea
351
mí, si no le fuere dado del Padre.” El deseaba que comprendiesen
que si no eran atraídos a él, era porque sus corazones no estaban
abiertos al Espíritu Santo. “El hombre animal no percibe las cosas
que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede
entender, porque se han de examinar espiritualmente.
Por la fe es
como el alma contempla la gloria de Jesús. Esta gloria está oculta
hasta que, por el Espíritu Santo, la fe se enciende en el alma.
Por el reproche público dirigido a su incredulidad, estos discí-
pulos se alejaron aun más de Jesús. Sintieron profundo desagrado
y, deseando herir al Salvador y satisfacer la malicia de los fariseos,
le dieron la espalda y le abandonaron con desdén. Habían hecho su
elección: habían tomado la forma sin el espíritu, la envoltura sin el
grano. Nunca habían de cambiar de decisión, porque no anduvieron
más con Jesús.
“Su aventador en su mano está, y aventará su era: y allegará su
trigo en el alfolí.
Esta fué una de las ocasiones en que se hizo
limpieza. Por las palabras de verdad, estaba separándose el tamo
[357]
del trigo. Porque eran demasiado vanos y justos en su propia estima
para recibir reprensión, y amaban demasiado el mundo para aceptar
una vida de humildad, muchos se apartaron de Jesús. Muchos están
haciendo todavía la misma cosa. El alma de muchos es probada
hoy como lo fué la de los discípulos en la sinagoga de Capernaúm.
Cuando la verdad penetra en el corazón, ven que su vida no está de
acuerdo con la voluntad de Dios. Ven la necesidad de un cambio
completo en sí; pero no están dispuestos a realizar esta obra de
negarse a sí mismos. Por lo tanto, se aíran cuando sus pecados son
descubiertos. Se van ofendidos, así como los discípulos abandonaron
a Jesús, murmurando: “Dura es esta palabra: ¿quién la puede oír?”
La alabanza y la adulación agradarían a sus oídos; pero la verdad
no es bienvenida; no la pueden oír. Cuando las muchedumbres
siguen y son alimentadas, y se oyen los gritos de triunfo, sus voces
claman alabanzas; pero cuando el escrutinio del Espíritu de Dios
revela su pecado y los invita a dejarlo, dan la espalda a la verdad y
no andan más con Jesús.
Cuando aquellos discípulos desafectos se apartaron de Cristo,
un espíritu diferente se apoderó de ellos. No podían ver atractivo
alguno en Aquel a quien habían encontrado una vez tan interesante.
Buscaron a sus enemigos porque estaban en armonía con su espíritu