Página 379 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Previsiones de la cruz
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Dios viviente.” El no esperó que los honores regios coronasen a su
Señor, sino que le aceptó en su humillación.
Pedro había expresado la fe de los doce. Sin embargo, los dis-
cípulos distaban mucho de comprender la misión de Cristo. La
oposición y las mentiras de los sacerdotes y gobernantes, aun cuan-
do no podían apartarlos de Cristo, les causaban gran perplejidad.
Ellos no veían claramente el camino. La influencia de su primera
educación, la enseñanza de los rabinos, el poder de la tradición,
seguían interceptando su visión de la verdad. De vez en cuando
resplandecían sobre ellos los preciosos rayos de luz de Jesús; mas
con frecuencia eran como hombres que andaban a tientas en medio
de las sombras. Pero en ese día, antes que fuesen puestos frente a
frente con la gran prueba de su fe, el Espíritu Santo descansó sobre
ellos con poder. Por un corto tiempo sus ojos fueron apartados de
“las cosas que se ven,” para contemplar “las que no se ven.
Bajo el
disfraz de la humanidad, discernieron la gloria del Hijo de Dios.
Jesús contestó a Pedro: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de
Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está
en los cielos.”
La verdad que Pedro había confesado es el fundamento de la fe
del creyente. Es lo que Cristo mismo ha declarado ser vida eterna.
Pero la posesión de este conocimiento no era motivo de engreimien-
to. No era por ninguna sabiduría o bondad propia de Pedro por lo
que le había sido revelada esa verdad. Nunca puede la humanidad
de por sí alcanzar un conocimiento de lo divino. “Es más alto que
los cielos: ¿qué harás? Es más profundo que el infierno: ¿cómo lo
conocerás?
Únicamente el espíritu de adopción puede revelarnos
las cosas profundas de Dios, que “ojo no vió, ni oído oyó, y que
jamás entraron en pensamiento humano.” “Pero a nosotros nos las ha
revelado Dios por medio de su Espíritu; porque el Espíritu escudriña
todas las cosas, y aun las cosas profundas de Dios.
“El secreto de
Jehová es para los que le temen;” y el hecho de que Pedro discernía
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la gloria de Dios era evidencia de que se contaba entre los que habían
sido “enseñados de Dios.
¡Ah! en verdad, “bienaventurado eres,
Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre.”
Jesús continuó: “Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella.” La palabra Pedro significa piedra, canto