Página 433 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

Basic HTML Version

“La luz de la vida”
429
así se tornará el alma al Sol de justicia, para que la luz del cielo
embellezca el carácter con las gracias del carácter de Cristo.
Jesús continuó, poniendo de manifiesto un pronunciado contraste
entre la actitud de los judíos y la de Abrahán: “Abraham vuestro
padre se gozó por ver mi día; y lo vió, y se gozó.”
Abrahán había deseado mucho ver al Salvador prometido. Elevó
la más ferviente oración porque antes de su muerte pudiera con-
templar al Mesías. Y vió a Cristo. Se le dió una comunicación
sobrenatural, y reconoció el carácter divino de Cristo. Vió su día,
y se gozó. Se le dió una visión del sacrificio divino por el pecado.
Tuvo una ilustración de ese sacrificio en su propia vida. Recibió
la orden: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, ... y
ofrécelo ... en holocausto.
Sobre el altar del sacrificio, colocó al
hijo de la promesa, el hijo en el cual se concentraban sus esperanzas.
Entonces, mientras aguardaba junto al altar con el cuchillo levantado
para obedecer a Dios, oyó una voz del cielo que le dijo: “No extien-
das tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco
que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único.
Se
le impuso esta terrible prueba a Abrahán para que pudiera ver el día
de Cristo y comprender el gran amor de Dios hacia el mundo, tan
grande que para levantarlo de la degradación dió a su Hijo unigénito
para que sufriera la muerte más ignominiosa.
Abrahán aprendió de Dios la mayor lección que haya sido dada
a los mortales. Su oración porque pudiera ver a Cristo antes de morir
[435]
fué contestada. Vió a Cristo; vió todo lo que el mortal puede ver y
vivir. Mediante una entrega completa, pudo comprender esa visión
referente a Cristo. Se le mostró que al dar a su Hijo unigénito para
salvar a los pecadores de la ruina eterna, Dios hacía un sacrificio
mayor y más asombroso que el que jamás pudiera hacer el hombre.
La experiencia de Abrahán contestó la pregunta: “¿Con qué
prevendré a Jehová, y adoraré al alto Dios? ¿vendré ante él con ho-
locaustos, con becerros de un año? ¿Agradaráse Jehová de millares
de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿daré mi primogénito
por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma?
En las palabras de Abrahán: “Dios se proveerá de cordero para el
holocausto, hijo mío,
y en la provisión de Dios de un sacrificio en
lugar de Isaac, se declaró que el hombre no puede hacer expiación
por sí mismo. El sistema pagano de sacrificios era totalmente inacep-