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El Deseado de Todas las Gentes
table para Dios. Ningún padre debe ofrecer su hijo o su hija como
sacrificio propiciatorio. Solamente el Hijo de Dios puede cargar con
la culpa del mundo.
Por su propio sufrimiento, Abrahán fué capacitado para contem-
plar la misión de sacrificio del Salvador. Pero los hijos de Israel no
podían entender lo que era tan desagradable para su corazón orgullo-
so. Las palabras de Cristo concernientes a Abrahán no tuvieron para
sus oyentes ningún significado profundo. Los fariseos vieron en ellas
sólo un nuevo motivo para cavilar. Contestaron con desprecio, como
si probaran que Jesús debía ser un loco: “Aun no tienes cincuenta
años, ¿y has visto a Abraham?”
Con solemne dignidad Jesús respondió: “De cierto, de cierto os
digo: Antes que Abraham fuese, YO SOY.”
Cayó el silencio sobre la vasta concurrencia. El nombre de Dios,
dado a Moisés para expresar la presencia eterna había sido reclamado
como suyo por este Rabino galileo. Se había proclamado a sí mismo
como el que tenía existencia propia, el que había sido prometido a
Israel, “cuya procedencia es de antiguo tiempo, desde los días de la
eternidad.
Otra vez los sacerdotes y rabinos clamaron contra Jesús acu-
sándole de blasfemo. Su pretensión de ser uno con Dios los había
incitado antes a quitarle la vida, y pocos meses más tarde declararon
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lisa y llanamente: “Por buena obra no te apedreamos, sino por la
blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
Porque era
y reconocía ser el Hijo de Dios, estaban resueltos a matarlo. Ahora
muchos del pueblo, adhiriéndose a los sacerdotes y rabinos, tomaron
piedras para arrojárselas. “Mas Jesús se encubrió, y salió del templo;
y atravesando por medio de ellos, se fué.”
La Luz estaba brillando en las tinieblas, “mas las tinieblas no la
comprendieron.
“Y pasando Jesús, vió un hombre ciego desde su nacimiento. Y
preguntáronle sus discípulos, diciendo: Rabbí, ¿quién pecó, éste o
sus padres, para que naciese ciego? Respondió Jesús: ni éste pecó, ni
sus padres: mas para que las obras de Dios se manifestasen en él....
Esto dicho, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el
lodo sobre los ojos del ciego, y díjole: Ve, lávate en el estanque de
Siloé (que significa, si lo interpretares, Enviado). Y fué entonces, y
lavóse, y volvió viendo.”