Capítulo 53—El último viaje desde Galilea
Este capítulo está basado en Lucas 9:51-56; 10:1-24.
Al acercarse el fin de su ministerio, cambió Jesús su manera de
trabajar. Antes, había procurado rehuir la excitación y la publicidad.
Había rehusado el homenaje del pueblo y pasado rápidamente de un
lugar a otro cuando el entusiasmo popular en su favor parecía vol-
verse ingobernable. Vez tras vez había ordenado que nadie declarase
que él era el Cristo.
En ocasión de la fiesta de las cabañas, su viaje a Jerusalén fué
hecho secreta y apresuradamente. Cuando sus hermanos le instaron a
presentarse públicamente como el Mesías, contestó: “Mi tiempo aún
no ha venido.
Hizo su viaje a Jerusalén sin ser notado, y entró en la
ciudad sin ser anunciado ni honrado por la multitud. Pero no sucedió
así en ocasión de su último viaje. Había abandonado a Jerusalén
por una temporada a causa de la malicia de los sacerdotes y rabinos.
Pero ahora regresó de la manera más pública, por una ruta tortuosa y
precedido de un anunció de su venida, que no había permitido antes.
Estaba marchando hacia el escenario de su gran sacrificio, hacia el
cual la atención del pueblo debía dirigirse.
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es ne-
cesario que el Hijo del hombre sea levantado.
Como los ojos de
todo Israel se habían dirigido a la serpiente levantada, símbolo de su
curación, así los ojos debían ser atraídos a Cristo, el sacrificio que
traería salvación al mundo perdido.
Era un concepto falso de la obra del Mesías y una falta de fe en
el carácter divino de Jesús, lo que había inducido a sus hermanos
a instarle a presentarse públicamente al pueblo en ocasión de la
fiesta de las cabañas. Ahora, con un espíritu análogo a éste, los
discípulos quisieron impedirle hacer el viaje a Jerusalén. Recordaban
sus palabras referentes a lo que había de sucederle allí, conocían la
hostilidad implacable de los dirigentes religiosos, y de buena gana
hubieran disuadido a su Maestro de ir allá.
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