El último viaje desde Galilea
            
            
              453
            
            
              predijo la sentencia que estaba por caer sobre la nación impenitente.
            
            
              Los que habían rechazado desdeñosamente la invitación al banquete
            
            
              evangélico, oyeron sus palabras de amonestación: “Porque os digo
            
            
              que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados, gustará mi
            
            
              cena.
            
            
            
            
              Muy preciosas eran las instrucciones impartidas a los discípulos.
            
            
              La parábola de la viuda importuna y del amigo que pedía pan a
            
            
              medianoche, dieron nueva fuerza a sus palabras: “Pedid, y se os
            
            
              dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto.
            
            
            
            
              Y a menudo
            
            
              la vacilante fe de ellos fué fortalecida recordando las palabras que
            
            
              Cristo había dicho: “¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos, que
            
            
              claman a él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos? Os
            
            
              digo que los defenderá presto.
            
            
            
            
              Cristo repitió la hermosa parábola de la oveja perdida. Y dió aun
            
            
              mayor alcance a su lección cuando habló de la dracma perdida y
            
            
              [459]
            
            
              del hijo pródigo. Los discípulos no podían apreciar entonces toda
            
            
              la fuerza de estas lecciones; pero después del derramamiento del
            
            
              Espíritu Santo, cuando vieron la conversión de numerosos gentiles y
            
            
              la ira envidiosa de los judíos, comprendieron mejor la lección del
            
            
              hijo pródigo, y pudieron participar del gozo de las palabras de Cristo:
            
            
              “Mas era menester hacer fiesta y holgarnos;” “porque este mi hijo
            
            
              muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado.
            
            
            
            
              Y cuando
            
            
              salieron en el nombre de su Señor, arrostrando reproches, pobreza
            
            
              y persecución, confortaban a menudo sus corazones repitiendo su
            
            
              mandato: “No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido
            
            
              daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas
            
            
              que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falta; donde
            
            
              ladrón no llega, ni polilla corrompe. Porque donde está vuestro
            
            
              tesoro, allí también estará vuestro corazón.
            
            
            
            
              [460]
            
            
            
              Juan 7:6
            
            
              .
            
            
            
              Juan 3:14
            
            
              .
            
            
            
              Lucas 2:49
            
            
              .
            
            
            
              Juan 2:4
            
            
              .
            
            
            
              Marcos 10:1
            
            
              .
            
            
            
              Isaías 42:3
            
            
              ;
            
            
              Mateo 12:21
            
            
              .
            
            
            
              Apocalipsis 3:20
            
            
              .
            
            
            
              Juan 19:30
            
            
              .
            
            
            
              Juan 3:16
            
            
              .
            
            
            
              2 Corintios 12:10
            
            
              .