Página 473 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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“Dejad los niños venir a mí”
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lecciones para adaptarlas a su entendimiento infantil. Implantaba
en sus mentes semillas de verdad que en años ulteriores brotarían y
darían fruto para vida eterna.
Es todavía verdad que los niños son más susceptibles a las ense-
ñanzas del Evangelio; sus corazones están abiertos a las influencias
divinas, y son fuertes para retener las lecciones recibidas. Los niñitos
pueden ser cristianos y tener una experiencia de acuerdo con sus
años. Necesitan ser educados en las cosas espirituales, y los padres
deben darles todas las ventajas a fin de que adquieran un carácter
semejante al de Cristo.
Los padres y las madres deben considerar a sus hijos como
miembros más jóvenes de la familia del Señor, a ellos confiados para
que los eduquen para el cielo. Las lecciones que nosotros mismos
aprendemos de Cristo, debemos darlas a nuestros hijos a medida que
sus mentes jóvenes puedan recibirlas, revelándoles poco a poco la
belleza de los principios del cielo. Así llega a ser el hogar cristiano
una escuela donde los padres sirven como monitores, mientras que
Cristo es el maestro principal.
Al trabajar para la conversión de nuestros hijos, no debemos
esperar que emociones violentas sean la evidencia esencial de que
están convencidos de pecado. Ni tampoco es necesario saber el mo-
mento exacto en que se convierten. Debemos enseñarles a traer sus
pecados a Jesús, a pedirle que los perdone, y a creer que los perdona
y los recibe como recibía a los niños cuando estaba personalmente
en la tierra.
Mientras la madre enseña a sus hijos a obedecerle porque la
aman, les enseña las primeras lecciones de su vida cristiana. El
amor de la madre representa ante el niño el amor de Cristo, y los
pequeñuelos que confían y obedecen a su madre están aprendiendo
a confiar y obedecer al Salvador.
Jesús era el modelo para los niños, y es también el ejemplo de
los padres. El hablaba como quien tenía autoridad y su palabra tenía
poder; sin embargo, en todo su trato con hombres rudos y violentos
no empleó una sola expresión desprovista de bondad o cortesía. La
gracia de Cristo en el corazón impartirá una dignidad proveniente
del cielo y un sentido de lo que es propio. Suavizará cuanto haya
de duro, y subyugará todo lo tosco y poco amable. Inducirá a los
padres y las madres a tratar a sus hijos como seres inteligentes, como
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