Página 51 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 7—La niñez de Cristo
Este capítulo está basado en Lucas 2:39, 40.
Jesús pasó su niñez y juventud en una aldea de montaña. No
había en la tierra lugar que no habría resultado honrado por su
presencia. Habría sido un privilegio para los palacios reales recibirle
como huésped. Pero él pasó por alto las mansiones de los ricos,
las cortes reales y los renombrados atrios del saber, para vivir en el
obscuro y despreciado pueblo de Nazaret.
Es admirable por su significado el breve relato de sus primeros
años: “Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría;
y la gracia de Dios era sobre él.” En el resplandor del rostro de su
Padre, Jesús “crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con
Dios y los hombres.
Su inteligencia era viva y aguda; tenía una
reflexión y una sabiduría que superaban a sus años. Sin embargo, su
carácter era de hermosa simetría. Las facultades de su intelecto y de
su cuerpo se desarrollaban gradualmente, en armonía con las leyes
de la niñez.
Durante su infancia, Jesús manifestó una disposición especial-
mente amable. Sus manos voluntarias estaban siempre listas para
servir a otros. Revelaba una paciencia que nada podía perturbar, y
una veracidad que nunca sacrificaba la integridad. En los buenos
principios, era firme como una roca, y su vida revelaba la gracia de
una cortesía desinteresada.
Con profundo interés, la madre de Jesús miraba el desarrollo
de sus facultades, y contemplaba la perfección de su carácter. Con
deleite trataba de estimular esa mentalidad inteligente y receptiva.
Mediante el Espíritu Santo recibió sabiduría para cooperar con los
agentes celestiales en el desarrollo de este niño que no tenía otro
padre que Dios.
Desde los tiempos más remotos, los fieles de Israel habían pres-
tado mucha atención a la educación de la juventud. El Señor había
indicado que, desde la más tierna infancia, debía enseñarse a los
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