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El Deseado de Todas las Gentes
mancilló la imagen de Dios en él. Sin embargo, no estuvo exento de
tentación. Los habitantes de Nazaret eran proverbiales por su maldad.
La pregunta que hizo Natanael: “¿De Nazaret puede haber algo de
bueno?
demuestra la poca estima en que se los tenía generalmente.
Jesús fué colocado donde su carácter iba a ser probado. Le era
necesario estar constantemente en guardia a fin de conservar su
pureza. Estuvo sujeto a todos los conflictos que nosotros tenemos
que arrostrar, a fin de sernos un ejemplo en la niñez, la adolescencia
y la edad adulta.
Satanás fué incansable en sus esfuerzos por vencer al Niño de
Nazaret. Desde sus primeros años Jesús fué guardado por los ángeles
celestiales; sin embargo, su vida fué una larga lucha contra las
potestades de las tinieblas. El que hubiese en la tierra una vida libre
de la contaminación del mal era algo que ofendía y dejaba perplejo
al príncipe de las tinieblas. No dejó sin probar medio alguno de
entrampar a Jesús. Ningún hijo de la humanidad tendrá que llevar
una vida santa en medio de tan fiero conflicto con la tentación como
nuestro Salvador.
Los padres de Jesús eran pobres y dependían de su trabajo diario
para su sostén. El conoció la pobreza, la abnegación y las privaciones.
Esto fué para él una salvaguardia. En su vida laboriosa, no había
momentos ociosos que invitasen a la tentación. No había horas
vacías que preparasen el camino para las compañías corruptas. En
cuanto le era posible, cerraba la puerta al tentador. Ni la ganancia ni
el placer, ni los aplausos ni la censura, podían inducirle a consentir
en un acto pecaminoso. Era sabio para discernir el mal, y fuerte para
resistirlo.
Cristo fué el único ser que vivió sin pecar en esta tierra. Sin em-
bargo, durante casi treinta años moró entre los perversos habitantes
de Nazaret. Este hecho es una reprensión para los que creen que
dependen del lugar, la fortuna o la prosperidad para vivir una vida
sin mácula. La tentación, la pobreza, la adversidad son la disciplina
que se necesita para desarrollar pureza y firmeza.
Jesús vivió en un hogar de artesanos, y con fidelidad y alegría
desempeñó su parte en llevar las cargas de la familia. Había sido el
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generalísimo del cielo, y los ángeles se habían deleitado cumpliendo
su palabra; ahora era un siervo voluntario, un hijo amante y obe-
diente. Aprendió un oficio, y con sus propias manos trabajaba en la