Página 564 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado
la acción.
Jesús dijo acerca de la pobre viuda: “Echó más que todos.” Los
ricos habían dado de su abundancia, muchos de ellos para ser vistos
y honrados de los hombres. Sus grandes donativos no los habían
privado de ninguna comodidad, ni siquiera de algún lujo; no habían
requerido sacrificio alguno y no podían compararse en valor con las
blancas de la viuda.
Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos
con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes
que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por
más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los
pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos
pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente
a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para
Dios que el don más costoso. La pobre viuda dió lo que necesitaba
para vivir al dar lo poco que dió. Se privó de alimento para entregar
esas dos blancas a la causa que amaba. Y lo hizo con fe, creyendo
que su Padre celestial no pasaría por alto su gran necesidad. Fué
este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el elogio del
Salvador.
Entre los pobres hay muchos que desean demostrar su gratitud a
Dios por su gracia y verdad. Anhelan participar con sus hermanos
más prósperos en el sostenimiento de su servicio. Estas almas no
deben ser repelidas. Permítaseles poner sus blancas en el banco del
cielo. Si las dan con corazón lleno de amor por Dios, estas aparentes
bagatelas llegan a ser donativos consagrados, ofrendas inestimables
que Dios aprecia y bendice.
Cuando Jesús dijo acerca de la viuda: “Echó más que todos,”
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sus palabras expresaron la verdad no sólo en cuanto al motivo, sino
acerca de los resultados de su don. Las “dos blancas, que son un
maravedí,” han traído a la tesorería de Dios una cantidad de dinero
mucho mayor que las contribuciones de aquellos judíos ricos. La
influencia de ese pequeño donativo ha sido como un arroyo, pequeño
en su principio, pero que se ensancha y se profundiza a medida que
va fluyendo en el transcurso de los siglos. Ha contribuído de mil
maneras al alivio de los pobres y a la difusión del Evangelio. El
ejemplo de abnegación de esa mujer ha obrado y vuelto a obrar en