Página 580 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
ellos presenten como indicios de su liberación de la servidumbre, os
serán señales de su destrucción.
“Entonces os entregarán para ser afligidos, y os matarán; y seréis
aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Y muchos
entonces serán escandalizados; y se entregarán unos a otros, y unos
a otros se aborrecerán.” Todo esto lo sufrieron los cristianos. Hubo
padres y madres que traicionaron a sus hijos e hijos que traicionaron
a sus padres. Amigos hubo que entregaron a sus amigos al Sanedrín.
Los perseguidores cumplieron su propósito matando a Esteban,
Santiago y otros cristianos.
Mediante sus siervos, Dios dió al pueblo judío una última oportu-
nidad de arrepentirse. Se manifestó por medio de sus testigos cuando
se los arrestó, juzgó y encarceló. Sin embargo, sus jueces pronuncia-
ron sobre ellos la sentencia de muerte. Eran hombres de quienes el
mundo no era digno, y matándolos, los judíos crucificaban de nuevo
al Hijo de Dios. Así sucederá nuevamente. Las autoridades harán
leyes para restringir la libertad religiosa. Asumirán el derecho que
pertenece a Dios solo. Pensarán que pueden forzar la conciencia
que únicamente Dios debe regir. Aun ahora están comenzando; y
continuarán esta obra hasta alcanzar el límite que no pueden pasar.
Dios se interpondrá en favor de su pueblo leal, que observa sus
mandamientos.
En toda ocasión en que haya persecución, los que la presencian
se deciden o en favor de Cristo o contra él. Los que manifiestan
simpatía por aquellos que son condenados injustamente demuestran
su afecto por Cristo. Otros son ofendidos porque los principios de la
verdad condenan directamente sus prácticas. Muchos tropiezan, caen
y apostatan de la fe que una vez defendieron. Los que apostatan en
tiempo de prueba llegarán, para conseguir su propia seguridad, a dar
falso testimonio y a traicionar a sus hermanos. Cristo nos advirtió
todo esto a fin de que no seamos sorprendidos por la conducta
antinatural y cruel de los que rechazan la luz.
Cristo dió a sus discípulos una señal de la ruina que iba a venir
sobre Jerusalén, y les dijo cómo podían escapar: “Cuando viereis a
Jerusalem cercada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha
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llegado. Entonces los que estuvieren en Judea, huyan a los montes; y
los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no
entren en ella. Porque estos son días de venganza: para que se cum-